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Muchos recordarán la alegría casi universal con la que se acogió la caída en noviembre de 1989 del muro de Berlín. Era como si el mundo se hubiese quitado de pronto una losa de encima.

Cayó aquel muro, que la prensa occidental bautizó como el de "la vergüenza", pero se mantuvieron muchos otros, y lo peor de todo, desde entonces se han levantado muchos más, también en nuestra Europa de las libertades.

La llegada masiva y desordenada a nuestro continente de quienes tratan de escapar de la miseria y de las guerras está acelerando el levantamiento de muros en Bulgaria, en Grecia, en Hungría, últimamente también en Macedonia, o de barreras en estaciones ferroviarias como las que unen a países como Francia y el Reino Unido o Dinamarca y Suecia.

España tiene sus propias vallas en Ceuta y Melilla con las que trata de disuadir a los africanos que desde el vecino Marruecos intentan desesperadamente entrar en lo que es ya territorio de la UE.

Turquía levanta también un muro para sellar su frontera con Siria e impedir que sigan atravesando su frontera quienes huyen despavoridos del país vecino.

Hay asimismo nuevas vallas entre países que un día fueron de la URSS y hoy están enfrentados, como las que existen entre Georgia y Osetia del Sur o entre Rusia y Ucrania.

El gobierno de Israel no deja de erigir barreras de seguridad con las que aislarse de y aislar a los palestinos mientras construye nuevas colonias judías en violación de la legalidad internacional.

Estados Unidos ha levantado también su muro en su frontera con México, en tierras arrebatadas en su día a ese país, para impedir que sigan entrando los desesperados que llegan del Sur.

Existen muros, prácticamente infranqueables, entre las dos Coreas, y los hay asimismo en aquel continente entre la India y Pakistán o entre el primer país y Bangladesh.

Está el muro marroquí que divide el territorio ilegalmente ocupado del Sáhara occidental y hay muros o barreras electrificadas entre varios países de Oriente Medio.

Desde la caída del muro por antonomasia, un total de cuarenta países han levantado muros, vallas o barreras para protegerse de más de sesenta Estados vecinos. Todo un récord en la llamada "aldea global".

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