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Profesor de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Oviedo

Carta abierta a mi compañero Juan Vázquez

Querido Juan, demostrando tus muchas cualidades de nuevo has sabido buscar el espacio político en el debate abierto por el escrache contra la banca y la patronal que tuvo lugar en nuestra Facultad de Económicas. Es más, en tu nota del otro día titulada "Afrenta al lugar del diálogo" no solo has aprovechado la ocasión para intervenir legítimamente en el debate sino que también has sabido encontrar el punto medio donde te gusta situarte, criticando tanto a unos como a otros, tanto al equipo rectoral que ahora gobierna nuestra universidad por su falta de "reacción institucional", como a los "escracheros" que han tenido según tú una actuación "inadmisible" en una institución que "a ellos nunca les negaría la palabra", demostrando así su "profundo desprecio a la universidad".

Pero ocurre que esa estupenda equidistancia formal termina cuando se trata de evaluar a fondo los hechos, pues tu posición crítica compartida por casi todos, decano, exdecanos, PSOE, Foro, Ciudadanos, PP y empresarios -todos a una como en Fuenteovejuna menos Podemos y con matices IU- deja solo ante el peligro a un estudiante de nuestra facultad que lo defiende. Solo ante el peligro, en efecto, pues todos critican el escrache con duras palabras y piden incluso medidas disciplinarias contra sus protagonistas, llegando el presidente de la patronal, un tal Pedro Luis Fernández, a emplear gravísimos insultos llamando a los activistas "fascistas y mafiosos".

Ya sé que tú -nos conocemos bien, hicimos muchas y buenas cosas juntos- nunca dirías eso, ya sé que hay que condenar las malas formas empleadas por los jóvenes estudiantes y también sé que hay muchos tipos de violencia -incluida la violencia económica-, pero esos insultos del presidente de la patronal no se pueden oír sin indignación cuando sabemos que en el acto no hubo violencia, a no ser que consideremos violencia el hecho de que los protagonistas del escrache vieron cómo se arrancaban sus carteles.

Más aún, el estudiante que da la cara en este periódico llamado Francisco Suárez --al que no conozco- dijo algo que a ti y a mí como profesores de la Facultad de Económicas debería preocuparnos, a saber, que "jamás nuestra Facultad ha invitado a un parado, o desahuciado a ofrecer su visión social" sobre la situación de los trabajadores en paro o sobre los desahucios y la crisis, crisis económica que en cambio sí iban a explicar "los responsables de ella y de sus efectos sociales".

Lamentablemente esto es una gran verdad que retrata la historia de nuestra Facultad. Hace muy poco tu mismo como exdecano nos diste una conferencia ilustrada sobre los 40 años de la vida de la misma, y en esas fotos que nos pusiste se veían en la tribuna ministros, grandes empresarios y destacados economistas, pero no aparecían ningún obrero, ningún parado, ningún trabajador, porque ciertamente ellos nunca tuvieron acceso a nuestros salones de debates y conferencias, y la ausencia de esas fotos te compete a ti que fuiste mucho tiempo decano y a todos los profesores que te acompañamos en la tarea, pero es un reflejo cierto del sesgo ideológico de la Facultad de Económicas, un reflejo de una vida universitaria donde sobran los obreros y los parados, y sólo se expresan el dinero y el poder.

Pues bien, yo quiero reivindicar aquí al Grupo de Oviedo, a los profesores de la Extensión Universitaria de hace un largo siglo que dieron gloria a nuestra universidad -Clarín, Buylla, Altamira, Posada, etc.- que no sólo abrieron las puertas de la Universidad de Oviedo a la clase obrera sino que fueron a buscarla a sus tajos, a sus talleres y a sus fábricas, para propagar la cultura, fomentar el debate y lograr que el mundo del trabajo que ellos consideraban la base del progreso económico y social de esta tierra fueran "obreros conscientes".

Esa es la universidad mejor que muchos reivindicamos -sé que tú también- la de la apertura a la sociedad y a las clases populares a quienes nos debemos. Hay que volver a ella para seguir la lección memorable de nuestros grandes maestros, esos que han sabido conjugar como pocos el compromiso intelectual y social.

Sabemos bien, amigo Juan, que en estos tiempos tan largos de transición llamada democrática esas voces no tuvieron espacio en nuestra universidad. Sabemos que nuestra Facultad no fue un lugar de extensión universitaria tal y como la hubieran querido nuestros maestros. Ciertamente no negamos como en la dictadura el pan y la palabra -que decía el poeta- a las clases populares, pero nunca fuimos un altavoz de sus problemas.

Y naturalmente que hay que cuidar las formalidades, pero también las "fondalidades", esto es, que no haya escraches pero también que nuestra universidad pública abra sus aulas a todas las sensibilidades y a todos los que quieren ser oídos, porque en estos nuevos tiempos de mudanza que se avecinan en los años futuros la universidad de Oviedo debe volver a ser la patria común del saber y del sentir de todos los asturianos.

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