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Sol y sombra

Cierto suspense

El proceso de investidura no se puede calificar de feliz en lo concerniente a los intereses del país pero, en cambio, sí resulta entretenido y mantiene, a su manera, el suspense.

Pedro Sánchez se ha arreglado con Albert Rivera, sin embargo eso no quiere decir que no se pueda entender, más tarde, en una segunda tentativa para formar gobierno, con Pablo Iglesias, con permiso de las famosas líneas rojas. O que finalmente, sin salir investido presidente, haya echado a rodar su campaña para junio dejando claro que él intentó dialogar con todos pero resultó imposible por culpa de la aritmética, en un caso, en otro, por la cerrazón y la intransigencia de la izquierda que aspira a ser hegemónica y no cumple los requisitos de la realpolitik. En cualquier caso, sería el único de los candidatos posibles que lo ha intentado.

¿Quieren verlo en clave electoral? Pues ahí lo tienen. Sánchez dio la cara y Rajoy, confiando en que alguien se la parta, hizo mutis por el foro. El candidato del PSOE ha fiado la poscampaña electoral a su propia desesperación: era nadar o ahogarse. Rivera aceptó el compás por responsabilidad, e Iglesias prefirió atrincherarse en sus principios, que son como los de Groucho Marx.

A Rajoy, sin embargo, la campaña se la están haciendo, además del propio Rajoy, con su proverbial dontancredismo, Rita Barberá, los de la "operación púnica", Esperanza Aguirre, José María Aznar y todos los que, llegados a este punto, creen que se ha convertido en una figura amortizada y hasta en un estorbo. Él, mientras tanto, insiste en el mantra de que ha ganado, cuando simplemente lo que ha hecho es conseguir un mayor número de votos. Los votos se dejaron de contar el 20-D.

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