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El día más largo del reformismo iraní

Las legislativas de hoy condicionarán la reintegración de Teherán en la comunidad internacional

Irán celebra hoy unas elecciones legislativas que marcarán el futuro inmediato de los reformistas del presidente Rohani. O, lo que es lo mismo, el futuro del reciente entendimiento entre el régimen de los ayatolás chiíes y Occidente, simbolizado en el acuerdo nuclear del pasado 14 de julio por el que Teherán renunció durante al menos diez años a ingresar en el club nuclear. A cambio, los iraníes recuperaron "el derecho" a formar parte de la comunidad internacional, perdido tras la revolución clerical de 1979. Esto es, el derecho a ver levantadas las sanciones, a vender su petróleo y, en suma, a recibir inversiones que permitan despegar a una economía con serios síntomas de asfixia.

Para ser precisos, los comicios de hoy son dobles. Por un lado, se elige a los 290 miembros del Maylis, el Parlamento. Por otro, menos visible pero más importante, a los 88 clérigos que componen la Asamblea de Expertos, uno de los núcleos duros del poder iraní, entre cuyas funciones está nombrar al Líder Supremo. El actual, Alí Jamenei -que en 1989 sucedió al fundador del régimen, el ayatolá Jomeini-, tiene 77 años y se le atribuye mala salud, por lo que no se descarta que la próxima Asamblea, cuyo mandato durará ocho años, nombre al tercer Líder Supremo. Cargo con mucho más poder que el Presidente, ya que controla el Ejército, el aparato judicial y la gestión directa de grandes asuntos. Por ejemplo, la cuestión nuclear.

Las elecciones iraníes son cualquier cosa menos libres, ya que los candidatos son sometidos a filtro previo, pero no suelen presentar irregularidades de escándalo. No hay partidos, sino que los candidatos se presentan a título individual y luego se agrupan por afinidades que reflejan la diversidad de familias del régimen. En la práctica, hay dos grandes grupos: el de los conservadores, compuesto por la inmensa mayoría de los 6.229 candidatos, y el de los reformistas, agrupados en una amplia coalición que sólo cuenta con 290 aspirantes, tantos como escaños en juego. Es fácil entender que el Consejo de Guardianes de la Revolución -responsable de la selección de candidatos y tercera institución clave del país, junto al Líder y a la Asamblea de Expertos- ha querido que en cada circunscripción haya un reformista para evitar caer en la farsa. Pero ni uno más. Cortapisa que, sin embargo, tiene el efecto de obligar al reformismo a concentrar su voto.

La campaña electoral, de tan sólo una semana, ha sido dura. No es de extrañar. Pese al papel secundario del Parlamento, está en juego la posibilidad de que los reformistas sigan abriendo el país durante los próximos años. Pero también, para los conservadores, están en juego sus privilegios económicos. Además, en un plano geoestratégico, pesa sobre las urnas el futuro papel de Irán en la lucha entre chiíes y suníes que desgarra el mundo islámico. En otras palabras, el papel en la batalla entre el Irán chií (aliado de Siria, Líbano y Rusia), las suníes petromonarquías del Golfo (que alimentan el yihadismo a la vez que en apariencia mantienen una buena relación con Occidente) y la ambivalente Turquía del suní Erdogan (miembro de la OTAN, aliada y enemiga de Europa y tolerante faldón del yihadismo). Una lucha en la que se juegan los inestables equilibrios de Oriente Medio, hoy por hoy quintaesenciados en el tablero sirio.

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