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Sol y sombra

El caos del PP según el PP

Un marciano con cierto conocimiento del planeta donde aterriza y predisposición cognitiva, aunque no toda la necesaria para comprender la atroz dinámica de la política en España, no tendría en estos momentos inconveniente en pensar que el PP más que un partido de gobierno es una banda a punto de disolverse por la capacidad de hacerse daño de algunos de sus miembros destacados.

Mientras en Valencia la cúpula dirigente sigue guardando cola delante de los juzgados y en Madrid la operación púnica no deja de aportar ingredientes a una corrupción de tipo sistémico u organizado, la presidenta popular asturiana no tiene más remedio que confesar ante la juez del "caso Pokémon" que el partido era un caos de facturas y de gestión antes de ella tomar las riendas. Hay que interpretar de sus palabras que nadie se ocupaba de la tesorería en cuestiones estrictamente de orden. Puede que en otros menesteres, sí. La tesorería, por lo que se está viendo, desde los papeles de Bárcenas, es un problema inagotable para el partido en general que a este paso no le va a bastar con refundarse. Lógicamente, el PP dejará paso al Popó, porque la derecha, como es natural y se desprende del resultado de las últimas elecciones, necesita un referente en el que apoyarse. Y, sobre todo, del que no tener que avergonzarse, unas veces por culpa del caos de la tesorería, otras por cierta cleptomanía en su principal partido.

Hubo un momento en que socialistas y populares llegaron a pensar que si la corrupción existía a este y al otro lado del Pecos, la cosa pasaría a convertirse en un café para todos digerible para el gran público. Pero ahora resulta que han surgido nuevos actores por contaminar y hay que mirárselo de nuevo. El episodio de Aréstegui ofreciéndole trabajo en la empresa del conseguidor al hermano de la Presidenta es la prueba de hasta dónde ha llegado todo.

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