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Profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo

Flórez Estrada: más que un billete, una calle y un colegio

Las calles en las que vivimos o por las que pasamos y los colegios en los que aprenden los pequeños constituyen referencias nítidas dentro de una comunidad. Por eso les resultará familiar a muchos asturianos el nombre de Álvaro Flórez Estrada: una calle en la zona del Cristo-Buenavista de Oviedo, embocando el antiguo Hospital de Silicosis, la escuela (qué nombre más digno) de Somiedo, único centro educativo en 300 kilómetros cuadrados, e incluso alguna que otra fugaz aparición del nombre citado en actos institucionales, conferencias, publicaciones o de mascarón de proa de una Fundación.

¿Sabemos los españoles, incluso los asturianos, quién fue tal personaje? No me corresponde a mí ahondar en su figura. Merece toda nuestra admiración el trabajo que han desarrollado al respecto profesores de la Universidad de Oviedo, tanto Joaquín Varela y Marta Friera, de Derecho, como José Girón, de Historia, Rafael Anes y Víctor Fernández Blanco, de Economía, o el también economista tristemente fallecido Manuel Jesús González, de quien tuve el honor de recibir lecciones de "Historia de las doctrinas económicas" en la vieja Facultad de González Besada. Y, cómo no, también cabe destacar las aportaciones de Jesús Prados Arrarte, Miguel Artola, Ernest Lluch, Salvador Almenar o Carlos Rodríguez Braun y Jorge Vilches, más allá del Pajares. Todos ellos se han acercado, con mayor o menor profundidad y desde perspectivas bien distintas, al estudio de alguien tan excepcional. Constituyen una nómina importante, en la que he obviado citar a todos para no extenderme.

Tanto la Junta General del Principado como el Banco de España, además de otras instituciones, han desarrollado iniciativas diversas que contribuyen a dignificar la figura del prócer y que generaron documentos de sumo interés. Pero no cabe constreñir en la academia, en la Junta General del Principado de Asturias o en el callejero vetustense la memoria de alguien a quien debiera conocer todo el mundo, al menos en su tierra.

La respuesta simple a la cuestión anteriormente formulada es bien fácil, se trata de un somedano universal, nacido en La Pola hace 250 años. Estudió en la Universidad de Oviedo, ocupó cargos de importancia, encabezó la Junta que participó activamente frente a la invasión napoleónica, empezando por la declaración de guerra formulada en la Sala Capitular de la Catedral de Oviedo, participó en el debate sobre el proteccionismo y en torno a "las disensiones de la América con la España" y se codeó con personalidades españolas e inglesas, desde Jovellanos a Mill. Pero lo más resaltable en el ámbito intelectual es que fue autor del primer curso de economía ("Curso de Economía Política". Londres, 1828) que se publicó en castellano, apenas unos años después de que David Ricardo sacase a la luz sus "Principios de Economía Política y Tributación". Y no podemos olvidar que su estancia en Londres se debió a su importante implicación política, que le condujo al exilio. En palabras de Joaquín Varela, "en él se aúna el hombre de acción y el hombre de reflexión, el político (también el empresario) y el pensador; el luchador infatigable y apasionado en defensa de la libertad y de la justicia, y el sabio que, desde la soledad de su biblioteca, medita sobre el Estado y la Constitución, sobre la Economía y la Sociedad".

Tengo para mí que Álvaro Flórez Estrada sigue siendo un desconocido, pese al esfuerzo de los investigadores citados, a alguna jornada esporádica en Somiedo, Oviedo o Noreña, a ciertos materiales educativos para niños, artículos de prensa o la información que proporciona educastur en su web. Incluso para quienes anhelaron los viejos billetes de 25 pesetas adornados con su retrato en el anverso y con la imagen del Palacio de Pola de Somiedo en el reverso (que tanto valor tenían cuando empezaron a circular, en 1946).

Las posibilidades de acceder a información son muchas y están al alcance de cualquiera, en bibliotecas, librerías e internet.

Queda por dar el paso de incorporar la figura de Álvaro Flórez Estrada en nuestro tiempo, no como un trasto viejo, aunque valioso, que sacar en procesión cada cierto tiempo, sino como un referente, como la muestra del progreso que muchos supieron interpretar y, por qué no, como elemento ineludible para conocer Somiedo y Asturias. Más allá de un romanticismo ñoño, el mismo hecho de interpretar el valor de tal personaje debe llevarnos a todos a promover iniciativas para que no quede arrumbado en obras eruditas o incluso en guías turísticas magníficas, pero al margen de una promoción real que no tiene por qué apartarse de un aprovechamiento turístico y económico. Ni se tata de crear un museón ni de canalizar grandes sumas de dinero. En ocasiones basta con saber, comunicar y aprovechar algunos recursos que parecen llovidos del cielo. Incorporar el bagaje histórico-cultural en la actividad económica es algo que ha venido comentándose desde hace al menos cien años en Asturias (Pedro Pidal escribió y actuó al respecto) pero seguramente deberíamos darnos cuenta de que hay elementos semiolvidados, que, como decía don Valentín Andrés, no llegamos a imaginarnos lo que valen con el paso del tiempo. No resulta fácil pero es ineludible.

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