Es cuestión recurrente en el PP cuando vienen mal dadas, lo cual sucede varias veces al día de unas semanas a esta parte, apelar al arcano y pedir el retorno de Aznar. Para los cargos intermedios y las bases, el aznarismo representa la época dorada de un partido ahogado hoy por la inacción de su presidente y desangrado por los casos de corrupción. Tan es así el reconocimiento popular del emblema que Florentino Pérez apeló el sábado al mismo talismán y lo sentó a su lado en el palco. Le dio suerte en la final de la Champions ante el Atlético y quiso así convocar de nuevo, ante el mismo rival, a idéntico fetiche. Pero a Florentino el experimento le salió rana y el Madrid fue incapaz de ahuyentar a sus actuales fantasmas, que son legión y visten sábana a rayas. Ni para el PP ni para el Madrid, que comparten el problema catalán, Aznar es ya solución de todos los males. Renovarse o morir, aun a riesgo de morir renovándose.