Un poquito menos de la mitad de los militantes del PSOE votaron sobre el pacto de Sánchez con Ciudadanos y tres cuartas partes vieron satisfactorio el acuerdo. No obstante, lo interesante comienza ahora, es decir, se acumulan las cuestiones sobre este tipo de consultas a las bases, una especie de democracia directa llena de lagunas e interrogantes. Es más, lo sucedido con Pedro Sánchez y su consulta refuerza las sospechas de que preguntar a la militancia -que es el dominio de un partido-, o interrogar a uno o varios vecindarios -que es territorio de un ayuntamiento-, pueden ofrecer una realidad trampeada. Nos referimos a que Sánchez lanzó hace semanas la idea de consultar a la militancia cuando gran parte de los barones de su partido, más la baronesa, enseñaban las uñas contra un acercamiento a Podemos. Y como la malicia se aprende muy rápido -aun cuando la cimentación de un político sea escasa-, este chico que está al frente del PSOE vino a decir que a los popes del partido se los acalla con el ronroneo, o el rugido, de las bases. Pero lo que ha sucedido a continuación es que a los militantes se les ha preguntado por Ciudadanos, y no por Podemos. En consecuencia, seguimos calculando que los barones y la baronesa aborrecen a los de Iglesias Turrión, pero desconocemos si es una disposición coincidente con las bases o una aislada alergia de los cabezaleros del partido. En definitiva, la consulta del PSOE, tanto por su escasa participación, un ronroneo, como por la pregunta cambiada, nos deja a dos velas acerca de la dimensión que suman las izquierdas españolas.