Seguimos como estábamos. Ni carne ni pescao; ni chicha ni limoná. Que a Pedro Sánchez no le da la aritmética y que hoy, cuando suban al estrado los líderes de los restantes partidos a valorar las propuestas del candidato socialista, seguramente asistiremos a la "embestidura" de la investidura: todos los morlacos a atropellar al novillero ávido de alternativa que salta al ruedo presto, arropado de mínima muleta. De todo lo que dijo Sánchez en su largo discurso de ayer en el Congreso nos quedamos con una frase, significativamente lapidaria: "Todos sabemos de antemano el resultado de esta investidura". O sea, que quien quiere gobernar el país no sólo se ofrece en sacrificio en el ara del fracaso sino que además lo reconoce explícitamente. Recuerda a ese maletilla que trepa al muro de la talanquera a pecho descubierto como en el romance de valentía de Quintero, León y Quiroga: "Embiste, toro bonito, embiste por cariá"...
