La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

buznego

La política en crudo

Un duelo descarnado por el poder entremezclado de emociones

Nunca la realidad política de España había estado tan presente en el Congreso, en todas sus dimensiones, como en el debate de ayer de la sesión de investidura. Ni cuando Aznar, empleando todas las artes, empujó a F. González hacia fuera. La presión creciente sobre Rajoy es ejecutada con una técnica más sofisticada, aunque responda al mismo objetivo. Pero el portavoz de los republicanos catalanes y Pablo Iglesias aventaron sobre el hemiciclo los malos humores acumulados durante demasiado tiempo por sectores diversos de la sociedad española. Un duelo descarnado por el poder se mezcló con la política más emocional, donde el líder de Podemos se desenvuelve a placer. En una función así no podía faltar una galería de personajes históricos. Y allí estuvieron, entre muchos otros, como piedras arrojadizas, Franco y los GAL.

Es bueno echar la vista atrás si se hace con honestidad. Los políticos de la transición, algunos con una pesada carga y mucha ambición, hicieron suyo el objetivo compartido por los españoles de una democracia de clase media. Pero la política española actual está cada vez más dominada por corrientes centrífugas, de izquierdas, derechas y nacionalistas, que polarizan y provocan sobre todo desacuerdo y tensión. La sesión de investidura ha sido un reflejo de este ambiente. La retórica punzante utilizada en los discursos y las réplicas, con las incidencias al margen ya habituales, resulta incomprensible en dirigentes políticos que deben respetar a sus votantes y que tienen el encargo no ya del Rey, sino de los ciudadanos, para formar un gobierno, lo que les obliga imperiosamente a configurar una coalición parlamentaria.

En política nada es definitivo. Aún podemos recordar el asombro de Errejón ante la plasticidad de los partidos nacionalistas catalanes para salir del atolladero donde se habían metido. Pero las opciones se reducen a dos y a las dos se les conceden escasas posibilidades. En el centro de ambas está el PSOE, que encuentra serios reparos para promover cualquiera de ellas, sea un acuerdo básico con el PP, sea una coalición con Podemos a la que se aproximarían los nacionalistas catalanes y vascos con su plan de fuga bajo el brazo. En una situación como ésta, y visto el fracaso de Pedro Sánchez en el empeño de unir a Podemos y Ciudadanos en su gobierno, los órganos de dirección máxima del PSOE deberían volver a hablar y hacerlo con total claridad. Por otra parte, Ciudadanos se propone descabezar al primer partido del país y el PP no acaba de estar a la altura de las circunstancias y corre el riesgo de quedar fuera de juego. Mientras PP y PSOE sigan sin hablar, Podemos y Ciudadanos se rechacen y el PSOE no quiera jugarse el futuro en una coalición con Podemos y los nacionalistas, no habrá gobierno. El debate de investidura, para colmo, ha enconado más las posiciones.

La crisis económica sin resolver, aupado sobre cinco millones de votos Podemos emite un discurso populista de izquierdas, los republicanos catalanes irrumpen en el debate de investidura para decir adiós a España, los nacionalistas vascos se disponen a seguir sus pasos y los dos primeros partidos nacionales están en apuros y pregonan su hostilidad mutua. Se podría decir que la excitación de la sociedad española anuncia una catarsis política. Aunque pienso que para ello antes tendrían que suceder algunas cosas.

Compartir el artículo

stats