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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Árbitros

Decía mi admirado Galeano que el árbitro de fútbol es un tipo cuyo trabajo consiste en hacerse odiar. Ocurre que algunos trencillas resultan más odiosos que otros, según el criterio a la hora de repartir la suerte de sus errores. Al Sporting todas las decisiones arbitrales comprometidas se le pintan de negro, da igual si el juez de la contienda viste de morado penitencia, de amarillo repelús o de rojo encendido. No hay réferi que no presente a los rojiblancos, a las primeras de cambio, en El Molinón o fuera, su tarjeta de visita. Y quien no lo vea es que lleva gafas de madera. El árbitro, que es arbitrario por naturaleza, debería pedir perdón por sus errores, si hasta los engolados futbolistas reclaman la piedad de la grada cuando meten la pata y cuando dejan de meterla. Algunos colegiados deberían volver al colegio. En Gijón no se pide a los árbitros que garanticen la salvación del equipo de penalti injusto, en el último partido y cuando ya ha pasado el tiempo de descuento. Eso no; pero que, al menos, cuando insuflen una ráfaga de aire al silbato no empujen siempre contra este pobre equipo todos los malos vientos.

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