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Desconcierto

Busco paliativos para el extendido sentimiento de desastre ante la situación política, y me cae en directo a la boca, desde la parte más arbitraria del cerebro (la que se ocupa de situaciones incomprensibles) la palabra desconcierto. "Desconcierto", pronuncio, para hacerme cargo mejor de la palabra. Desconcierto en los despachos, en los votantes, en los mercados, en la UE, en la calle. El paliativo llega con la idea de que los que tratan o fingen tratar de llegar a un acuerdo quizás estén también desconcertados, y les sea aplicable la atenuante política de desconcierto transitorio. Desconcertados unos por haber llegado a una extraña casa recargada de estucos e historia, en la que vuelan tropezando en las paredes, y otros por sentirse de pronto inquilinos que tienen que negociar una prórroga, cuando se creían propietarios. Y para colmo este invierno errático, que tampoco tiene claras las cosas.

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