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Nueces de California

El gen de la inutilidad

La importancia de la colaboración entre diferentes áreas de conocimiento

El cambio es ley de vida. Cualquiera que sólo mire al pasado o al presente se perderá el futuro.

J. F. Kennedy

Una de las mayores revoluciones de este siglo es la provocada por la genética. La secuenciación completa del genoma en 2000 ha sido uno de los grandes hitos de nuestra historia. Este gran avance no habría sido posible sin el desarrollo de métodos computacionales. Este es un ejemplo en el que la colaboración entre diferentes disciplinas muestra que éste es el camino a seguir, y no el de los compartimentos estancos. Ésta es una asignatura pendiente en la universidad española, donde todavía en algunos casos se defiende una falsa pureza, y los diferentes departamentos, áreas de conocimiento, facultades y campus no se hablan entre sí. ¿Forastero, por qué has osado cruzar el Mississippi?

Hace un tiempo oí decir a un "medalla Fields" que las matemáticas solamente persiguen la belleza. ¡Que les pregunten a los científicos de la extinta Unión Soviética lo que ocurrió cuando llegó la Perestroika y se desmanteló el Estado comunista, que decía a cada cual en qué debía investigar y para qué diablos servían las investigaciones! Ocurrió que la mayor parte, aunque fueran dioses de la belleza, tuvieron que emigrar y trabajar, algunos como mercenarios, en empresas y universidades de otros países, muchos en casa del enemigo, es decir, en Estados Unidos. Por aquellas fechas del telón de acero, la investigación estaba dirigida a un fin. Sólo hay que ver la génesis del proyecto Manhattan. Ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, y el objetivo era el desarrollo de la primera bomba atómica, adelantándose a la Alemania nazi. La investigación fue dirigida por Oppenheimer, coordinándose con un responsable militar que se ocupaba del resto, y que se llamaba Leslie R. Groves. Se hicieron famosos centros de investigación como el Laboratorio Nacional de Los Álamos en Nuevo México, u Oak Ridge en Tennessee. En este proyecto participaron otros físicos de renombre, como Niels Böhr, Enrico Fermi, Ernest Lawrence o "nuestro paisano" Luis Walter Álvarez. A esta causa también contribuyeron exiliados de origen judío, por razones obvias.

Actualmente, la ciencia sigue en cierto modo controlada por los Estados o por las grandes empresas, y no sólo se persigue perpetuar el conocimiento universal, sino también cumplir ciertos objetivos. Ya sé que cuando se habla de este tema hay algunos "popes" a los que les salen sarpullidos, enarbolando la independencia de la ciencia y del conocimiento. Posiblemente sean estas personas las menos adecuadas para hablar pues en muchos casos habría que ver quién les financia. Además, no hay mayor dependencia que la de la miseria. El proyecto Manhattan es un claro ejemplo de cómo las voluntades se aúnan cuando existe una emergencia, es decir, una necesidad inminente. Piensen ahora ustedes en nuestros diputados, indignados o no, y decidan. El Parlamento es un elogio a la inutilidad.

Volvamos a la genética. La secuenciación del genoma ha abierto la caja de Pandora, que no se volverá a cerrar, aunque obviamente se respeten los compromisos éticos necesarios en toda investigación biomédica. Mediante el uso de métodos bioinformáticos hoy ya es posible relacionar genes y fenotipos; encontrar los biomarcadores y las vías genéticas involucradas en el desarrollo de muchas enfermedades; realizar un diagnóstico precoz y económico, la prognosis y también la optimización del tratamiento a seguir, personalizando el uso de nuevas terapias en función de la patología y de la genética del paciente; diseñar medicamentos más eficientes, minimizando el desarrollo de toxicidades y efectos secundarios; realizar el análisis de las bases genéticas de las enfermedades crónicas, y de las más de 7.000 enfermedades raras, optimizando la búsqueda de medicamentos huérfanos para los que ni la industria farmacéutica ni las administraciones destinan medios económicos; buscar una solución a las enfermedades neurodegenerativas, cuya expansión plantea uno de los mayores retos a nuestro sistema sanitario en sociedades altamente envejecidas, y que afectan y afectarán a millones de personas en los países más ricos. También es posible estimar el riesgo quirúrgico evitando sufrimientos innecesarios, y optimizar la gestión hospitalaria y la asistencia primaria teniendo en cuenta la principal fuente de información biosanitaria, que son los hospitales. Millenium o no, esa gran cantidad de información no está convenientemente minada. Vuelta a las minas, pero no de carbón, que están muertas, sino de información biomédica.

Cada día se están produciendo nuevos descubrimientos: los genes responsables del desarrollo de las canas, los vínculos genéticos entre diferentes trastornos mentales, la relación entre cáncer y envejecimiento, las bases genéticas de desórdenes adictivos y también de la psicopatía. Y estoy seguro de que, aunque no se diga, algún día se realizarán investigaciones que buscarán las causas genéticas de perversiones sociales, como la pederastia, los violadores o los asesinos en serie.

El futuro ya está aquí y no hay que tenerle miedo. Otra cosa es que nuestro sistema nacional de salud no se quiera enterar, cierre los ojos y se dedique a una medicina puramente paliativa y basada en evidencias. Los pacientes estarán cada vez más empoderados y se unirán para buscar soluciones. Ya se hace en algunos países, ¡y, si no, al tiempo! ¡Digimón, hay que digievolucionar!

Podremos entonces responder a cuestiones de índole diferente. Por ejemplo: ¿existen genes que propicien la predisposición de los políticos a la corrupción? Las comunidades catalana, valenciana y madrileña serían una buena cohorte. Los seres humanos somos muy complejos. Ya ven lo que ocurre con Lula y su círculo familiar. La verdad es que no me ha extrañado, pues tenemos ejemplos similares en Asturias. Es más, hace ya algunos meses un artista astur-brasileño me habló del tema, dejándome anonadado. Pensaba que se había bebido 10 caipiriñas, ¡pero no! También me han dejado impresionado los exduques de Palma, y sobre todo la Infanta, que no lo necesitaba para nada. ¿Se transmite la avaricia entre los prebostes de sangre azul? ¿Existe realmente la sangre azul o es horchata? ¿Existe un gen que controle la inutilidad, que tanto abunda en la función pública? ¿Y la autosatisfacción? Habría que estudiar el caso de nuestro Rector, que es el único contento con su labor y la de sus apóstoles. ¿Cuál es la genética de los Judas? ¿Y la de la envidia? Los españoles tendrían seguramente ese gen mutado.

Termino con varias respuestas: La ignorancia nunca es razón suficiente para justificar lo injustificable. Ser crítico y criticar son cosas diferentes. La crítica de la mediocridad nunca es silenciosa. La inutilidad es un constructo social y organizativo y, que yo sepa, no posee bases genéticas. Me gustaría ser yankee, o judío sefardita.

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