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Sol y sombra

El riesgo tecnológico

Las nuevas tecnologías muestran habitualmente dos caras: invitan a soñar y también a deprimirse. Por un lado poseen la virtud de hacer que la política parezca obsoleta y que incluso el pensamiento que despierta resulte insulso en comparación con algunas de las mejores ideas surgidas del desarrollo tecnológico. Por otro, la utilización que se hace de ellas insulta frecuentemente la inteligencia al servir de vehículo a expresiones que por su simplismo reducen el mundo a un espacio de opinión banalmente precario y con un futuro más oscuro que el culo de un mono.

Por ejemplo, Periscope, aplicación que permite emitir vídeos en directo desde un dispositivo móvil, sirvió hace una semana de escaparate al arriesgado cóctel de notoriedad y descalificación al que se exponen los personajes públicos, en particular los políticos, cuando deciden utilizarlas sin tener en cuenta los riesgos. La víctima esta vez fue François Hollande. El equipo del mandatario francés decidió realizar una conexión sin desactivar los comentarios mientras éste se encontraba charlando con los trabajadores de una tienda de ropa online en el suburbio parisino de Saint Denis. El resultado fue una avalancha de comentarios ofensivos en la pantalla que por número y frecuencia los responsables de prensa del Elíseo fueron incapaces de neutralizar. Un telespectador le preguntó si había ido en moto, en referencia a las visitas furtivas a su examante Julie Gayet; otro si el sueldo de 180.000 euros al año no le daba para pantalones que le cubriesen el tobillo; un tercero divulgó cifras estratosféricas de los contribuyentes que se van en sus comidas. Así, todo.

Hollande quiso darse un baño de modernidad tecnológica y se estrelló de bruces con la desaprobación y el insulto, por su desconocimiento precisamente de las tecnologías.

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