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Lo que hay que oír

Francisco García Pérez

Goles competitivos

La gracia o la épica han dejado paso en el lenguaje futbolístico a la fría y presunta ciencia, quizá para no parecer borregos y sí ilustrados

Lo escuchamos a diario, a entrenadores y futbolistas y aficionados, ahora que la llamada "liga doméstica" (la Santina les perdone el adjetivo) llega a su final: "No hemos sabido competir; hay que salir a competir; hemos demostrado que sabemos competir; nos falta competir; en algunas fases del partido, hemos competido bien" y así sucesivamente. Siempre con ese "competir" atravesado en la lengua. Competir significa, dicho de dos o más personas, contender (o sea, batallar, pelear) entre sí, aspirando unas y otras con empeño a una misma cosa. La verdad es que entiendo a los profesionales del balón que hoy hablan así. Sería una gozada oírlos decir la verdad, sin ese eufemismo, pero los despedirían al momento en muchos casos. Imagínense: "Hoy no hemos batallado nada; hay que salir a pelear y no a rendirse como hemos hecho; no sabemos luchar; nos falta enzarzarnos y lidiar a tope; en algunas fases del partido, hemos peloteado bien" (recomiendo que consulten ustedes en el diccionario "pelotear", verán qué sorpresa). Pues qué le vamos a hacer: a resignarse a que nuestra lengua se empobrezca, una vez más. Todo es competir, competidor, competitivo, competitividad y hasta "competitibilidad": chúpate esa mandarina.

La cosa parece provenir de que ya no queremos que se nos considere borregos por ir al fútbol. Somos unos científicos del fútbol. Y, como tales, con lenguaje propio. Ya no buscan los directores deportivos un buen jugador de medio campo. Buscan un centrocampista de banda con llegada, pero que también ayude en las transiciones defensa ataque, casi un pivote lateral adelantado con proyección? y que sepa competir. Ole. No somos los futboleros una masa ovejuna: somos una masa ilustrada de aquí te espero. Antes, cuando éramos solo aficionados o forofos, oíamos al portero del Sporting o del Oviedo gritar a sus compañeros mientras botaba y botaba el balón en su área: "Esparcéivos, que voi sacar". La traducción castellana sería algo así como "No estéis tan juntos, que voy a sacar". La traducción al neoespañol balompédico sería: "Disponed bien las líneas de balance y separación, ensanchando el campo o basculando hacia una de las bandas, pues me dispongo a sacar el esférico y así comenzaremos a competir". Antes, cuando éramos solo seguidores o hinchas de algún equipo asturiano, nos enterábamos de que el entrenador había recomendado a los chavales: "Jugái curiosu". La traducción castellana sería algo así como "Jugad bien". La traducción al neoespañol actual sería: "Salid a competir, aplicando tanto en lo táctico como en lo técnico y estratégico los esquemas de los entrenos, de forma flexible y competitiva". ¿En qué quedaría hoy aquella contradicción tan hermosa de "Bómbiala rasa" (traducido al castellano: "Lánzala alta a ras del suelo")? ¿En algo así como "Para competir, haz que el golpeo con el empeine eleve el balón y simultáneamente adquiera fuerza motriz horizontal cercana al césped"? Y qué decir del popularísimo grito "¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!", dirigida, al parecer por José María Belauste a Sabino Bilbao en el partido de la Selección española contra la sueca, en los Juegos Olímpicos de Amberes, allá por 1920. (Y los arrolló: dentro de la portería acabaron el balón, el portero contrario y varios jugadores nórdicos). Menuda ordinariez para los oídos finolis. Quizá hoy el llamado "león de Amberes" le diría al veinteañero de Lejona algo así como: "¡Vamos a competir, Sabino! Envíame un centro medido al pie o a la cabeza que, con mi potencia del tren inferior así como del superior, romperé la línea defensiva contraria y marcaré un gol competitivo".

La gracia o la épica han dejado paso en el lenguaje futbolístico a la fría y presunta ciencia, a eso de "competir" que vale para todo, o sea, no vale para nada. Porque, caramba, ¿no se da por supuesto que quienes participan en una competición compiten? Entonces, ¿a qué viene repetirlo? A lo de siempre: a decirlo en plan finúsculo y con competitibilidad competitiva competitivizante.

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