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Cien líneas

Método

El periodista Lalo Azcona, presidente del Consejo Social de la Universidad de Oviedo, aboga por subir los salarios de los profesores. Desde este modesto rincón lo habré dicho cien veces así que no puedo más que enlazar con las declaraciones de Azcona. Por cierto, se debería contar mucho más con él para mil cosas pero así es esta triste Albania. Pasamos de los mejores.

Si un profesor gana más no necesariamente va a trabajar más y mejor. Tal y como están las cosas es casi una invitación para que se tumbe a la bartola definitivamente. Y en una Universidad que cierra por los veranos para no gastar ya me dirán. La necesidad de incrementar los salarios a los docentes en general -desde primaria hasta los doctorados- responde a otra mecánica, virtuosa por supuesto: si el trabajo en la enseñanza figura en la élite salarial acudirán a esos oficios las personas más aptas y de mayor valía.

El panorama se completaría con una selección rigurosa -no la letal endogamia al uso- y un sistema de estabilidad, sin duda necesaria, en las antípodas del tinglado funcionarial en curso donde los concernidos hablan de ¡plazas en propiedad! como si fuesen los aparcamientos de un garaje.

¿Quién puede multiplicar por tres las nóminas porque de ese tenor tendría que ser la cosa? A corto plazo, una ruina. A largo plazo, una bendición. Pero como vivimos siempre a corto plazo no hay otra que incrementar y mucho las matrículas. Ahora un estudiante costea algo así como el 10 por ciento de lo que recibe. ¿Quién le pone el cascabel al temible gato de las matrículas?

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