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Sol y sombra

Enemigo en casa

Pablo Iglesias tendría que haberlo matizado en su última intervención del debate de no investidura de la Carrera de San Jerónimo al referirse al amor que fluye. DEjen que se lo aclare: el amor sólo fluye en Podemos hacia el exterior, dentro se reproduce la situación que tan bien conocen otros partidos, como prueban las nueve dimisiones en la cúpula madrileña o las rebeliones periféricas fruto de alianzas tiernas y complicadas por los personalismos.

Los pablistas y los errejonistas libran una batalla primeriza, madrugadora, que presagia lo que puede dar de sí el extraño contubernio de la nueva política, que nace, como ya se habrán encargado de comprobar, con los mismos vicios que la vieja sin tener en cuenta otros defectos producto de la bisoñez. Con tanto círculo no era difícil que los podemitas terminasen mareándose. La lógica de la política no es concéntrica, sino más bien piramidal, como demuestra el pulso que ya están librando Iglesias y Errejón.

Otro aspecto a tener en cuenta es que en toda organización de este tipo, por lo general, el enemigo está dentro. Fuera lo que hay son adversarios. Por mucho que Pedro Sánchez no quiera ver en pintura a Rajoy, el gallego siempre encontrará en casa a alguien con más ganas y arrestos para vilipendiarlo o deshacerse de él. Entre otras cosas porque es allí, en el propio partido, donde resulta posible, haciéndole la cama o planteando un congreso. Con Rajoy se ha abierto la veda y pronto resurgirán los viejos cazadores nerviosos por el oscuro futuro patrimonial de las siglas. En Podemos, la fractura madruga. Y, en el PSOE, las filas permanecen prietas sólo por el momento, Pedro Sánchez sigue siendo opositor. De Rivera, pronto se sabrá.

Esto es así, qué se le va a hacer.

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