La polémica ampliación de El Musel se ha convertido en uno de los principales adoquines que lanzar a la cabeza del Gobierno regional desde la bancada de la oposición. Como arma arrojadiza, el puerto de Gijón y su monumental sobrecoste no tienen parangón: hay bloques de hormigón para dar y tomar, piedra de cantera y arena sobrevenida por toneladas como inmenso arsenal para una guerra política de guerrillas. Nos encaminamos a las vísperas de una nueva Semana Santa y ya han comenzado los oportunistas y los agoreros a entonar, a capela, un "miserere mei, Deus". Si alguien pretende hacer carrera en Asturias o erigirse en adalid de la limpieza en las contrataciones de obra pública no dispone de camino más corto que demonizar la ampliación portuaria. Esperen los figurones a que actúe la Justicia, aguarden el veredicto de los magistrados y dejen a la gente del puerto que siga trabajando: si a El Musel le va bien, mejor para Asturias.