Muchos nos alegramos de ver al Ejército en muchos lugares. En misiones de paz en zonas de conflicto, ayudando a la población civil a sortear las minas y las balas; patrullando contra los piratas marítimos en los siete mares que son uno solo, como el ejército: muchos hombres y un solo flujo sanguíneo. También de centinelas en las garitas de cada línea de frontera, ojo avizor de la defensa del país; o apagando los fuegos que prenden cada año en el monte decenas de desaprensivos. Tampoco chirría la presencia de los militares en una Feria de la Enseñanza: ¿acaso en las Fuerzas Armadas no se cursan carreras universitarias? ¿No es la milicia una salida profesional para muchos jóvenes, chicos y chicas? No conozco a muchos militares, sólo a uno, coronel en la reserva que ha puesto su vida en peligro en varias ocasiones, en numerosas misiones internacionales. Hombre culto, ávido conversador, buen demócrata. Si le conociera Ada Colau, tal vez opinaría de otra manera.
