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Joaquín Rábago

Hecha la ley, hecha la trampa

Es lo que cabría decir de las últimas medidas adoptadas por la UE contra los paraísos fiscales como prueban las revelaciones sobre el grupo bancario Crédit Suisse. De los 164.000 millones de euros que han podido regularizar los evasores italianos gracias a medidas como las dos amnistías fiscales de ese país, nada menos que 113.000 habían permanecido ocultos en Suiza. Y a pesar de esa regularización el grueso de los evasores logra ocultar al Fisco anualmente cantidades superiores a los 120.000 millones, a lo que hay que sumar los beneficios, difíciles de calcular, de las más diversas actividades criminales.

Según la Fiscalía de Milán, la filial suiza del Crédit Suisse ayudó supuestamente a 13.000 italianos a ocultar al Fisco en torno a los 14.000 millones de euros mediante pólizas de seguros ficticias que servían para esconder la identidad de los evasores. Ese banco tenía un manual de instrucciones a los funcionarios como el llamado "manual del perfecto evasor-reciclador", confiscado por la Policía en su sede milanesa, que permitía a los evasores seguir burlando al Fisco.

En el cantón suizo del Ticino, la Policía financiera ha descubierto ya las primeras contramedidas o maniobras de los evasores como el recurso a las cajas de seguridad, que se ofrecen en internet sin necesidad de abrir una cuenta en el banco. Otro truco consiste en crear sociedades fantasma, anónimas y sin necesidad de establecimiento en Suiza, creadas exclusivamente para ocultar en ese país los beneficios obtenidos en Italia, aunque en algunos casos el evasor adquiere la residencia fiscal helvética. En otros casos, el titular de una cuenta firma una orden de pago en beneficio de un testaferro, quien deposita luego el dinero bajo su propio nombre en algún paraíso fiscal como Panamá o las islas Caimán, que siguen figurando en la lista negra internacional, aunque las metas preferidas son bancos en principio poco sospechosos de países europeos como Rumanía o Hungría.

En la República de San Marino, donde las normas contra el reciclaje de dinero parecían haber abolido las cuentas anónimas, las autoridades fiscales italianas han descubierto que algunos evasores, entre ellos banqueros, transfirieron fondos a cuentas de sociedades fiduciarias. El colmo de la desfachatez de los evasores fiscales son los procesos judiciales intentados contra los bancos helvéticos, a los que aquéllos demandan por permitir la violación del secreto bancario.

Un total de 1.300 clientes del Crédit Suisse, acusados de evasión fiscal por la Agencia Tributaria italiana, han iniciado acciones legales contra el mismo, al que acusan de no haberles avisado a tiempo de que las autoridades fiscales estaban investigando sus cuentas.

Los denunciantes pretenden que el banco les indemnice con la diferencia entre las multas extraordinarias aplicadas ahora por el Estado italiano y los descuentos que habrían podido obtener en el caso de haberse aprovechado de la amnistía fiscal.

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