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Un Gobierno de "Sálvame"

Tradicionalmente, cuando los países entraban en períodos de crisis, guerra o cualquier otra zozobra, lo habitual era formar un Gobierno de Salvación; pero en España podríamos ir tirando con un Gobierno de "Sálvame" o de "Gran Hermano".

La televisión, que ha arrullado el nacimiento de algunos de los líderes y partidos ahora en contienda, daría un paso más allá en su trascendental cometido si eligiese en los platós al próximo presidente.

Bajo el título "Presidente por una legislatura", los aspirantes a gobernar el país competirían entre sí -como los políticos profesionales- mediante eliminatorias que desembocasen en una final a dos, tres o cuatro bandas que sin duda rompería los audímetros. Preguntas de ortografía, geografía, aritmética y el arte de hacer la o con un canuto servirían para ir descartando a los concursantes menos aptos. El ganador obtendría como premio el derecho a pasar una temporada en La Moncloa y escribir lo que le pareciese en el Boletín Oficial del Estado.

Tampoco hay que excluir el formato de la telerrealidad, al modo de programas como "Gran Hermano". Basta con encerrar a los candidatos en una casa y dejarlos que interactúen a su libre albedrío. Expuestos a la curiosidad del público durante 24 horas al día, los participantes exhibirán su capacidad para insultarse, sus dotes oratorias y, sobre todo, sus mañas a la hora de tejer alianzas con otros para desbancar a un tercero.

La ventaja de este método consiste en que el público podría expresar -por teléfono o por las redes sociales- su opinión sobre los aspirantes. E incluso decidir con su voto quiénes son los que deben ir abandonando la casa hasta que solo quede uno.

Queda aún un tercer método de posible aplicación: el de los programas llamados "talent show" del estilo de" Operación Triunfo", "La Voz", "Top Chef" o "Mira quién baila". Los participantes en "Carrera hacia La Moncloa" -un posible título- estarían obligados a demostrar sus habilidades para la gobernación y el chalaneo ante un jurado que se encargase de discernir el talento de cada uno de los concursantes. Puntuarían especialmente aquellos candidatos capaces de hacer las promesas más inverosímiles y/o de probar su habilidad para decir una cosa y la contraria sin que el público se entere.

Por frívola que pueda parecer, la idea es de lo más democrática en la medida que pone la presidencia al alcance de cualquier español sin necesidad de militar en partido alguno. Se cumpliría así en la práctica la confesión que un anterior inquilino de La Moncloa dijo haber hecho a su esposa: "No te imaginas, Sonsoles, la cantidad de españoles que podrían ser presidente del Gobierno".

La televisión, gran fabricante de realidad, es el medio más indicado para demostrar hasta qué punto estaba Zapatero en lo cierto. Todo lo malo será que el Gobierno de "Sálvame" lo presida Karmele Marchante. Pero igual es un riesgo asumible.

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