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Javier Morán

El Cormorán

Javier Morán

Tratado de la infamia

En diversos lugares han concurrido gentes de variada condición y mente para repudiar ese tratado de la infamia que la peor Unión Europea que conocemos ha entamado con Turquía, un país que, como el electrón, nunca se sabe exactamente dónde está. Visto desde una perspectiva continental, a la Europa que se aglutina en Unión puede interesarle tener en su periferia un país que no sea ni carne ni pescado, es decir, que no se constituya como amigo fiel y compacto de Occidente, pero que tampoco sea un hostil y envenenado compañero de frontera. Por lo uno o por lo otro, a Turquía la tenemos en la OTAN (aunque actúa a su aire, en general y con respecto a Rusia), pero no se le da cabida en la Unión económica. Debe de tener su dificultad el tratar con los herederos de Imperio otomano. Pero he aquí que esa nefasta Unión Europea devorada por oscuros políticos embalsados en Bruselas y Estrasburgo ha acudido al amigo ambiguo para comprarles por 3.000 millones de euros el empaquetado de los refugiados. Insistimos en lo de oscuros porque no es extraño que los partidos envíen a la UE, en listas electorales, a lo mejorcito y más fiable de su casa. A la UE también se llega si uno gobierna en su nación, y ahí es donde se suma la oscuridad con la necedad, el hambre con las ganas de comer. Queremos decir que al Gobierno en funciones le pilló el asunto en actitud pasiva y se olvidó de que toda Europa había adquirido compromisos de acogida. Éstos no serán fáciles de ejecutar -hay que ser realistas-, pero en esta tierra cervantina lo del turco se lo deseamos poco y a pocos.

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