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Cien líneas

Lección

El pasado domingo, equinoccio -doce horas para el día, doce para la noche- mañana, la primera Luna llena de primavera y en el medio, hoy mismo, nuevo entrenador para el Real Oviedo, sospecho. Las señales del cosmos -de los dioses paganos- se suman a las novedades deportivas y encima en medio de la semana más santa para los cristianos que, ojo, culmina el sábado: a partir de las ocho y cuarto de la noche -con el ocaso, como enseña la Biblia, entra el domingo de gloria- cumpleaños feliz, 90 años, y cambio de oficial hora, luz, más luz que dijo Goethe al morir y con él todos los que deseamos con toda el alma que el Oviedín suba y suba y suba hasta la galaxia más alta.

Resumiendo: conjunción multi astral y cita pluri confesional para, entre todos, alumbrar unas jornadas decisivas para el Oviedo y con Arturo Elías aquí, tomando nota y decisiones.

Del cielo a la tierra. Los deseos si son intensos y la lógica acompaña, se cumplen siempre. La lógica indica, fuera de cualquier duda, que el equipo azul es de primera así que solo hay que desearlo. Dicho de otra manera, los atletas carbayones tienen que salir a por todas desde el primer segundo del partido. El otro día vimos el ejemplo edificante de Fernando Alonso: se la juega a 310 kilómetros por hora, se estrella de forma espeluznante, sale por su propio pie sin una queja, recibe el calor de su compañero Esteban Gutiérrez y seguirá en el tajo sin desmayo. Así hay que salir el sábado en el Tartiere. Por lo menos.

El sábado y el año entero: la lección vale para futbolistas y para todos los ciudadanos en general.

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