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Nueces de California

Dos proverbios y una leyenda china

Historias para contribuir a hacer un mundo mejor

Tarde se aprende lo sencillo. J. Hierro

Dice un proverbio chino que si lo que vas a decir no es inteligente, tu voz no merece perturbar el silencio. Al menos eso es lo que me decía mi buen amigo Ming Yue en la Universidad de Berkeley. Yo le respondía: "Ming Yue, you are the best! (Eres el mejor), y él me respondía, No, No, No!, porque en las dictaduras, que alguien te diga que eres inteligente, que eres el mejor o que destacas es un gran problema. España sigue siendo en este sentido una dictadura, y el silencio, el lenguaje de los mediocres que esperan agazapados su turno. ¡Oír, ver y callar!, me decía mi abuela Benigna. Otro proverbio chino dice: "Siéntate a la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar", que también se escribe en la forma "Siéntate pacientemente junto al río y verás pasar el cadáver de tu enemigo flotando". En Francia me habían dicho que era un proverbio árabe, pero no lo es. La cultura oriental, quizá por necesidad, es partidaria de este tipo de resistencia pasiva, de victorias de la paciencia y también de la constancia; en España también es el caso, pues sólo la constancia da frutos, como la vieja, que poco a poco, va hilando el copo. Y desgraciadamente, como a los chinos, no nos queda otro remedio, porque si en España no perteneces a un partido político, a un sindicato, o a un grupo religioso, entonces te caen por todas las partes. C'est comme ça et ce n'est pas autrement, malheureusement! (Es así y no de otra manera), como dicen los franceses, que tuvieron que ganar la libertad del anonimato a golpe de guillotina. El juramento del juego de pelota, la abolición de los privilegios y derechos feudales y la declaración de los derechos del hombre y de los ciudadanos fueron las bases que dieron lugar a la formación de un estado moderno. Pero, como toda conquista, no fue instantánea, y aunque normalmente se dice que la Revolución francesa duró 10 años, hay historiadores que dicen que la revolución social tardó mucho más en llegar. Y estamos en el siglo XXI, y ya ven cómo está el mundo, y en particular nuestro país, salpicado de corrupción, de falta de democracia, de igualdad de derechos y también de oportunidades. España es un país de gomaespuma, el reino del "pitufeo". Fíjense por ejemplo en los 8 años "milagrosos" de gobierno de Aznar. ¿Qué hizo? Liquidar los bienes del Estado, vendiéndolos a sus amigos, fundando diferentes oligopolios (energía, telecomunicaciones, vivienda, bancos, etcétera), y creando una economía-burbuja que los socialistas no supieron solucionar, ni se atrevieron a pinchar, y que incluso el incompetente de Zapatero santificó. No es que yo sea un defensor a ultranza de la empresa pública -aunque creo que es necesaria en ciertos sectores estratégicos-, pero sí soy un opositor acérrimo a los oligopolios, a la falta de oportunidades y de reconocimiento del mérito.

Pero, volvamos al principio? ¿Saben ustedes qué es el silencio? Éste es el tipo de preguntas que parecen de Perogrullo, pero que en realidad hay que tener las ideas claras para poder responderlas. Es como la pregunta: ¿Por qué brillan las estrellas? Según la RAE, el silencio es la falta de ruido. La voz no es más que una perturbación local de la presión en el entorno de nuestra boca debido a la acción de las cuerdas vocales. En su ausencia la presión reinante es la atmosférica, es decir, el silencio. Este concepto también es válido para otro tipo de ruidos, incluyendo los exabruptos, cada vez más corrientes en nuestras sociedades de churras y merinas. No hace mucho tuve que recordárselo a un alumno francés que bostezaba como un simio en una clase a la que estaba invitado en un máster sobre ingeniería inversa. Mis compañeros franceses me dijeron que ya nadie osaba responder como yo lo había hecho, que se habían dejado inundar por una marea de mediocridad, que las órdenes venían de arriba y que tocaba ser prudentes. Esto no es prudencia, es ¡Mierda de toro!

En España también nos llegan algunos de estos simios recién bajados del árbol. Pero es incluso mucho peor lo que ocurre con algunos profesores, que creen que el zénit de la erudición es el silencio, que de todas formas no se puede hacer nada porque todo ya está hecho, lejos, muy lejos. El docente sería una mera línea de transmisión de algo que se podría llamar conocimiento, un estómago de alquiler que serviría para digerir todo este batiburrillo y excrementarlo en forma de curso a los alumnos. Ya se ocuparán ellos de fotocopiarlo, ponerle el copyright, y colgarlo ilegalmente en la web. Y el imperio de la mediocridad, de la fotocopia y de la academia florece.

Desgraciadamente, este punto de vista tan triste y negativo suele ser más común de lo habitual y afecta a la calidad académica. Estos profesores no conocen la leyenda china del cántaro agrietado. Cuenta la historia que una pobre campesina tenía que ir a buscar agua cargada con dos grandes cántaros, uno de los cuales tenía una pequeña grieta. Cuando la campesina llegaba a su casa, después de haber recorrido varios kilómetros, se dio cuenta de que uno de los cuencos sólo contenía la mitad del agua que había cargado. El cántaro avergonzado se dirigió a la campesina, diciéndole que debería deshacerse de él. La viejecita sonriendo le dijo: ¿te das cuenta de que de tu lado crecen cantidad de flores, y del otro no crece nada? Como sabía que tenías una grieta aproveché y de tu lado planté unas semillas, y cada vez que volvía a casa, tú las regabas. Eso me sirvió para recoger bonitas flores, decorar la casa y ser más feliz. Sin ti eso no habría sido posible".

Cuenten esta historia a sus hijos y contribuirán a hacer un mundo mejor. Para todos estos eruditos ya es demasiado tarde y sólo les resta esperar la jubilación. Y cuéntenles también el cuento de la gallina, el cerdo y el pato, y cómo la gallina plantó un campo de trigo para hacer pan para sus pollitos, y los otros dos vagos, sólo se presentaron para comerlo. Y aunque no cambien la voz cuando hagan el pato o el cerdo, los niños sabrán quién es el bueno y cuál es el malo. Y léanles la bonita historia de "Me importa un comino el Rey Pepino", un best-seller para enanos. Comprenderán así la aparición de tiranos ridículos y la política en España. Y háblenles de la belleza, de la simplicidad y del principio de parsimonia. Y díganles que lo bonito es sencillo, y que lo sencillo es complicado, y que a veces es imposible. Y seguro que de mayores, no les gustará el humor cutre de los Morancos y hablarán inglés muchísimo mejor que Aznar y la princesa del café con leche. Como dicen los alemanes: das ist doch alles käse!

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