Parece que el consumo resucita al paso de la Semana Santa, celebración ya menos religiosa que laica que ha llenado de turistas playas y montunos senderos, hoteles y casas rurales, chigres y museos. Cayó tanto menú como maná de marzo en las arcas del sector hostelero, donde sin embargo se recurre en fechas tan señaladas a un empleo precario y nazareno. Parece que acabaron, o menguaron al menos, las largas jornadas de ayuno y abstinencia; que se detecta un brote verde de optimismo en las carteras. La Dirección General de Tráfico contabilizó 14,5 millones de desplazamientos en toda España durante la reciente festividad, un millón más que el año pasado. Influye la bajada del precio de la gasolina y el gasóleo y el hartazgo de flagelarse las carnes y las plantas de ir a pinrel. Es buena señal constatar que la economía de este país resucita cuando Cristo muere; a ver si no vuelve a languidecer, moribunda, tras la Pascua de Resurrección.
