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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Curvy no es una palabra

Cuando empezó el prêt-à-porter el empeño de los fabricantes era que la mayor parte de la gente cupiese en la ropa que hacían. Ahora es la mayor parte de la gente la que tiene que caber en la ropa que hacen los fabricantes de prêt-à-porter. Así, la mujer que entra en tal tienda sabe que tiene que entrar en tal talla porque para vestir ese modelo tiene que caber en él. "Curvy" es una palabra "divertida" -es decir, "gilipollas" dicho de manera gilipollas- pensada para recibir la aceptación de mujeres disconformes con su forma o con su peso. Las que se aceptan entran en el diccionario y caben en las voces "gorda" (de abundantes carnes), "robusta" (fuerte, vigorosa, firme), "grande" (que supera en tamaño a lo común) y sinónimos.

Las fotografías publicitarias de las tiendas de moda "curvy" son tan bonitas y tan falsas como las de cualquier otra tienda: una chica joven con cara guapa, carne firme y melena sana a la que la ropa le sienta como un guante. Chicas que, en general, gustan más que las modelos malhumoradas de los desfiles de modistas que odian a las mujeres. Los maniquíes de medio cuerpo donde muestran los pantalones en los mercadillos son más realistas que los de cuerpo entero de las tiendas, aunque no quiera verse así.

Los mismos diseñadores de las mismas empresas trabajan para hacer ropa de tallas más altas que se fabrica en los mismos talleres y se etiqueta con marca diferente para vender en tiendas diferentes del mismo grupo a las que las amigas flacas acompañan a las amigas gordas a comprar mientras la amistad no se base en la afinidad de las tallas. Las curvies son muy especiales en sus tiendas especiales pero en la sociedad con sobrepeso son lo más normal. Tampoco son especiales en sus inseguridades ni en su vulnerabilidad a las manipulaciones del marketing que, en esto de las tallas, aplica la táctica de divide y venderás.

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