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Un "iglesias" será un epónimo

Sobre el libro "Eponimón", del profesor Javier del Hoyo

Quién sabe si dentro de unos años se hablará de que alguien es un "iglesias", un "rajoy", un "sánchez" o un "rivera" (orden alfabético) para definir una manera de comportarse. Que cada lector ponga de su propio magín la que más convenga a cada caso, que es muy dueño y yo no quiero líos. Pues bien, si ese caso se diera, se estarán usando epónimos, palabras que adoptan el nombre de una persona para un objeto o situación, como las define el profesor de filología latina en la Autónoma y doctor en filología clásica Javier del Hoyo. Hace tres años, comenté en LA NUEVA ESPAÑA su "Etimologicón". Hoy publica su "Eponimón", sus epónimos curiosos y escogidos. Para ir entendiéndonos del todo: el "óscar" de la Academia de cine hollywodiense es un epónimo por la exclamación de la secretaria de la misma al ver la dorada estatuilla y exclamar lo mucho que se parecía a su tío Óscar. Como lo es (o era) el "moscoso", aquel permiso de libre disposición, tomado su nombre de Javier Moscoso, el ministro que aprobó medida que tan feliz hizo a los funcionarios. Sansón, guillotina, sadismo, platónico? son epónimos.

Aunque el libro hay que leerlo entero, ofrezco aperitivos que estimulen el apetito curioso. Que no todo en la filología son aburrimientos mortales, ni mucho menos. Un bato es hombre tonto, de pocos alcances. La cosa viene del general persa Datis, que usaba seudónimos a tutiplén sin venir a cuento; como había también un Bato, en la hoy Libia, cuya fama le venía por "ser tartaja" (página 32), se mezclaron las cosas y un "bato" es lo que más arriba dije. Tarquinada es la violencia sexual cometida contra una mujer, por haber violado Sexto Tarquino a la esposa de su primo, que era una santa. Tocayo (o su variante "colombroño") es quien tiene el mismo nombre que otro. Viene de una frase matrimonial romana: "Ubi tu, Caius, ego, Caia" ("Donde tú seas llamado Cayo, yo seré Caya"). Sardana es tal por haber nacido en un baile folclórico llamado "cerdana", o sea, de Cerdaña, comarca al norte de Cataluña. Igual que farruco es cante aflamencado, por alteración de Francisco. Una palabra que me gusta mucho es "antimacasar", el lienzo que cubría o cubre el respaldo de las butacas para evitar que el muy usado aceite indonesio de Macasar, al que se atribuían propiedades harto eficaces contra la calvicie (nunca lo usé, así me fue), dejase perdida la tapicería. Camuñas es personaje que infunde temor, por ser de tal pueblo toledano un guerrillero que, en efecto, metía miedo. Las telas fuertes de algodón con estampados son cretonas por venir su fábrica de Créton, en la Normandía; la muselina, tan fina y tan poco tupida, se hacía en Mosul, Siria; organdí toma su nombre de Organdi (que, según el autor, es ciudad uzbeka, pero según la wiki, turkmena); y tul viene de Tulle; y así sucesivamente.

Sépase que soponcio nos llega de la expresión "sub Pontio Pilato", pues al oír las gentes del pueblo llano, durante el sermón, que un juez se lavaba las manos ante tamaña injusticia como la condena a muerte de Jesús, caían, claro está, en gran congoja y posterior desmayo. (Aunque también el término signifique una sopa de muy baja calidad). Emilio ya sabemos que viene de popularizar, aún más, "e-mail". Pero recordemos a un santo con mala suerte: San Ciruelo, pues dio origen a sansirolé, que vale por bobalicón, papanatas, igual que el menos conocido sancirole, palabra llana, grave o paroxítona. Centenares de palabras comenta el sabio doctor Del Hoyo, pero arrimo, para finalizar, el ascua a mi sardina: se decían pacomias a las reuniones de eremitas que, a pesar de vivir aislados, debían reunirse en ocasiones para tratar temas de interés común. Sí, también hubo un San Pacomio, pero esa sería otra historia. Diviértanse con tan feliz lectura, ahora que acabó la Cuaresma.

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