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A ver quién se levanta el último

La incompatibilidad de Sánchez e Iglesias reside en que ambos quieren la misma silla

La crisis interna de Podemos y su desplome en los sondeos no han dejado a Pablo Iglesias otra opción que ceder, entendiendo por ceder la aceptación de algunas posiciones del contrario con el menor menoscabo posible de la estrategia propia.

Así, el líder del partido de los politólogos ha accedido a negociar con C's para que parezca que el pacto de Albert Rivera y Pedro Sánchez es susceptible de enriquecerse con las aportaciones de la "gente".

Iglesias (o eso dice su cuaderno) también está dispuesto a hacer algunas concesiones en materia económica; pero tanto si logra llegar a un acuerdo con los socialistas como si no, ya ha anunciado que consultará a las bases, para que sean los inscritos en Podemos quienes decidan que hay que ir a otras elecciones si él y Sánchez no rubrican.

Hay que ver en esa consulta de Podemos un ejercicio de envidiable democracia interna; pero Iglesias debe ir con ojo para evitar que le pase lo mismo que a la CUP, que para no verse en el brete de decidir si apoyaba a Mas, fió en las masas y después fabricó un empate para disimular.

El proceso de negociación que arranca esta semana es una prueba de fuego para aquellos que prefieren pasear, aunque sea pensando, que estar sentados. Iglesias y Sánchez ya sólo compiten por ver quién encaja más tiempo su culo en las sillas de terciopelo del Congreso: el que se levante el último gana la partida del esfuerzo en pro del diálogo.

La batalla está servida. "No nos vamos a levantar de la mesa 'a tres' hasta que lleguemos a un acuerdo", amenazó ayer el portavoz parlamentario del PSOE, Antonio Hernando. Lo mismo que dijo Íñigo Errejón cuando aún hablaba y Podemos consiguió arrastrar al PSOE a la frustrada mesa "a cuatro".

Pero Iglesias, además, se reserva la carta de la consulta interna, y aunque sea él y no Sánchez quien ponga fin a la negociación, siempre puede decir que lo hace para darle la última palabra a la "gente", y a ver quién iguala eso.

Hay quien se pregunta: ¿son incompatibles? Lo serían si pudieran entenderse, pero dado que los dos pelean por el mismo espacio político, el entendimiento es casi una quimera. Entre ellos siempre se han interpuesto las sillas; y no porque falten para repartir, sino porque los dos quieren sentarse en la misma.

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