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Cien líneas

Papelerías

Los papeles panameños son la bomba. Por una parte, muestran en carne viva a una alta sociedad corrompida, al menos moralmente, que carece de cualquier sentido patriótico, que mira para sus intereses mil veces por encima de cualquier otra consideración y que, además -es razonable suponerlo- defrauda al fisco, si no en todos los casos en muchísimos. Por supuesto son de derechas y de izquierdas indistintamente.

Por otra parte, en los papeles americanos aparecen los podemitas que han recibido millones de euros de la dictadura asesina de Chávez, del Gorila Rojo -se acaba de saber que procedían y proceden a ejecuciones extra judiciales: horribles asesinatos de Estado- de manera que la alternativa está tan emponzoñada o más que la casta a superar.

Vamos a ver. Podemos es un cuento chino. O, mejor, un ensayo de balsa salvavidas. Con un general de cuatro estrellas de la OTAN en sus filas ya me dirán. Los chicos -y chicas, claro- de Pablo Iglesias II son un antídoto contra las revueltas: la gente pica, confía en ellos, se emboba con sus postureos, no cae en la cuenta de que aquellas promesas de levantar alfombras eran puro engaño y así pasa el tiempo sin que la calle estalle.

Por eso los "papeles de Panamá" son graves en cuanto desvelan una clase político-empresarial-cultural completamente corrompida y son aún más graves ya que se llevan por delante a la alternativa.

Es dura, es durísima, la hipótesis pero ante el fracaso del dúo casta-Podemos solo cabe otro par: revolución-dictadura... y valga la redundancia.

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