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Polarización de las primarias norteamericanas

Con todas las reservas que sean menester, el sistema electoral de la democracia USA provoca esta vez un suspense de película. Un ultra rupestre como Donald Trump encabeza la campaña republicana contra los deseos del partido, que prefiere a Ted Cruz. Y la campaña demócrata da chances a un izquierdista como Bernie Sanders pese a las preferencias de la cúpula por la liberal progresista Hillary Clinton. Posiblemente sea la primera campaña en registrar estas diferencias entre los aparatos y la tendencia de las primarias, como también la extrema polaridad de algunos candidatos con posibilidades. Lo ahora previsible es que en julio queden nominados Trump y Clinton. Quedará entonces abierto un test sobre la opinión dominante en la sociedad USA, cuya influencia en el mundo libre es determinante.

Pero aún puede pasar de todo. Trump seguirá invirtiendo en sí mismo cuantos recursos sean necesarios para persuadir a la mitad del electorado de que su "pensamiento" reaccionario es la panacea contra las crisis internas y exteriores vividas durante los ocho años de Obama. Clinton tiene a su favor, además de una estimable hoja de servicios en política exterior, la apuesta por la primera presidencia femenina en la historia del país, algo tan nuevo e insólito como fueron los dos mandatos de un afroamericano. Cruz sería el primer hispano en la Casa Blanca y Sanders, el primer izquierdista neto. Los resultados de Wisconsin, especialmente significativos, no han sentenciado quién de los cuatro llegará a la mayoría absoluta de 1.237 delegados.

Los votos que respalden la elección presidencial no garantizan el paralelismo con las mayorías de las dos cámaras legislativas, actualmente republicanas frente al presidente demócrata. Las promesas y compromisos de Obama quedarán a medias al final de su mandato pese a las prerrogativas de decisión personal inherentes al cargo. Hillary Clinton lo tiene muy en cuenta en su campaña, que no abre expectativas de cumplimiento de todas aquellas promesas por tener a la vista los éxitos de su impresentable competidor en la crítica del actual inquilino de la Casa Blanca. La experiencia del pensamiento de izquierda sería la mejor novedad de la próxima legislatura, pero es ilusorio imaginar que diera fin a la contradicción entre los poderes ejecutivo y legislativo. Una mayoría no implica todas las mayorías y el mundo libre espera con profundo recelo el final de la película. No es para menos.

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