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La esquina

Cincuenta años

Cuando Gijón enterró al inolvidable sacerdote José Luis Martínez, alguien comentó que aquel día la iglesia de Gijón había mostrado su fortaleza, dada la multitud que acudió a las exequias. Una clave de esa fortaleza eclesial es, sin duda, Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro, la iglesia Mayor de la ciudad, que alberga tan bellos templos. Hoy cumple medio siglo de su ordenación sacerdotal y seguro que lo celebrará como es norma en él, con devoción y discreción. Gómez Cuesta no es obispo porque en la Iglesia hay corrientes que ganan y pierden peso según sople el viento que llega de Roma. Hombre de confianza de don Gabino Díaz Merchán, cuando éste perdió peso en la curia el párroco de San Pedro no pudo llegar a la dignidad episcopal. Mejor para Gijón, que ha ganado un párroco de enorme peso y dignidad. Lleva años siendo una figura señera de la ciudad, por encima de creencias y devociones. Entre otros méritos, no es el menor haber recuperado con la ayuda de los cofrades la Semana Santa gijonesa, que cada año provocó mayor fervor y asistencia. Gómez Cuesta, un cura conciliar desde su ordenación, trasciende a Gijón y su figura se ensancha por toda Asturias, pues conoce la tierra y a sus gentes como pocos. El cumpleaños de una ordenación sacerdotal es, sin duda, el más feliz de los aniversarios. Gijón abraza hoy a un cura grande en presencia, dedicación y sentido pastoral y civil. Los años pasan, pero el párroco de San Pedro sigue al pie del altar porque la mies es mucha y los trabajadores pocos. Felicidades, señor párroco. Por muchos años.

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