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Xuan Xosé Sánchez Vicente

¿Incineración? ¡Qué remedio!

La difícil solución para las basuras asturianas

Durante la primera Corporación democrática de Xixón, cuyo alcalde era don José Manuel Palacio, los camiones salían de noche y escoltados por la Policía, a fin de intentar depositar la basura en algún concejo cercano cuyo alcalde les hubiera dado permiso para ello. Alertados los vecinos muchas veces, oponiéndose éstos, los camiones habían de volver en ocasiones con su carga íntegra. El problema, que visto en la distancia tiene algo de cómico, aunque fuese de gravedad, no se solucionó hasta que se inventó el vertedero de Cogersa.

Problemas semejantes se dieron en muchos concejos asturianos, ya por falta de espacio para un vertedero, ya por falta de medios de los ayuntamientos. Sólo la creación de Cogersa y la integración progresiva en ella de los distintos municipios hace que hoy en día tengamos un modelo ejemplar de recogida y almacenamiento de basuras municipales y desechos industriales.

Ahora bien, inaugurado el vertedero en el valle de Serín en 1985, ha tenido que ser ampliado dos veces y ahora se parchea otra vez, con una solución en altura de 50 metros, una solución que llegará hasta el año 2020. En realidad, el vertedero ya ha agotado su capacidad en el año 2015, lo que ahora se hace es una especie de "tour de force" a la espera de un milagro, o, por mejor decir, un "tira de momentu, que llibres, y mañana Dios dirá".

Pongámonos ahora en el año 2020, en el agotamiento definitivo del vertedero. ¿Adónde se irá? En toda Asturies no hay apenas más áreas amplias que las llanuras de Llanera-Siero y el propio valle de Serín. ¿Es concebible encontrar ahí una nueva zona que no concite la radical oposición de alcaldes, vecinos y partidos políticos? Imposible. Cabría, acaso, encontrar un lugar en los extremos de Asturies, pero, sobre ser también inconcebible su uso sin feroz oposición, los costos de gestión serían insoportables.

No cabe más solución que la instalación de una incineradora, no tengo duda alguna. O eso, o caer en una situación caótica como la que Xixón tuvo que sufrir en los años ochenta.

Quienes se oponen a la planta de valorización manejan unos cuantos argumentos. Uno de ellos es el del riesgo que acarrea la incineración, principalmente por las dioxinas y furanos que provoca la combustión. Suelen evitar decir que en muchos procesos industriales de quema, y aun en incendios de bosques, se originan esos mismos productos, y que es más abundante su producción en procesos de quema no controlados. Por otra parte, en las modernas incineradoras es limitadísima su producción.

Tampoco se señala que en un gran número de países "civilizados" conviven las ciudades con incineradoras de basuras en su interior o en sus proximidades. El caso más conocido es, quizás, el de Viena, pero las hay en muchos lugares, también en España.

Pero el argumento central de quienes se oponen a las incineradoras es el de que se puede llegar a reducir prácticamente a cero el conjunto de desechos no reciclables. Sobre parecer un imposible -por más que se recoja la basura por separado y se recicle, y reciclar es siempre bueno, pero caro: ha de subvencionarse-, ha de tenerse en cuenta que también el reciclaje necesita de espacios de tratamiento y almacenamiento, especialmente si, como ocurre con el compost de Cogersa, hay que regalarlo porque no lo quieren ni los ayuntamientos. Y, además, un proceso de recogida de basuras que tienda a exhaustivo traslada los inconvenientes y molestias a los hogares de los ciudadanos, cuyas casas no siempre tienen la adecuación necesaria para una separación de residuos compleja.

Algunos de los argumentos a favor del reciclaje total parecen un poco débiles o citados con más entusiasmo que conocimiento. Así, se viene poniendo como ejemplo la madrileña Rivas-Vaciamadrid. Ahora bien, Rivas es una no muy grande ciudad (80.000 habitantes, frente al más de un millón de asturianos que nos servimos de Cogersa) y su parque de camiones se limita a diez. Nada, pues, que ver con las dimensiones de nuestro problema. Además, también quema la basura en una especie de horno o parrilla con el que, por cierto, el ecologismo está en contra.

Por otro lado, se olvida señalar la contaminación y los daños efectivamente ya producidos por el vertedero: la contaminación permanente para el futuro, los malos olores, los posibles filtrados a los acuíferos y el daño continuado a los pacientes vecinos, a muchos de los cuales se ha acallado con empleo o con la compra a buen precio de las fincas.

Como siempre, en estas discusiones hay un grupo de organizaciones que imponen su voz como única, mientras la mayoría de la población no parece enterarse del problema o no quiere enterarse de él, por lo que no debe estimarse que la opinión pública mayoritaria sea la "opinión diariamente opinante". (Y, por cierto, en este tema de la incineradora, el Partido Popular ha pasado de apoyarla a oponerse. Como en otras cuestiones recientes, en los últimos tiempos el PP asturiano parece haberse vuelto hacia las posturas de un partido antisistema).

Concluyamos. La gran pregunta aquí es, al margen de discusiones teóricas, ¿adónde irán los camiones a echar la basura -que, de todas todas, seguirá produciéndose- en 2020? Y, de llegarse a una situación de caos, ¿quién asumirá la responsabilidad?

Termino con una pequeña anécdota. En aquellos tiempos de basura itinerante, los concejales de José Manuel Palacio convocaban reuniones por los barrios para tratar de convencer a los vecinos a fin de instalar en alguno de ellos un vertedero, siquiera provisional. Cuando, en cierta ocasión, aconceyaos en asamblea, ya parecían convencidos los vecinos de Roces, intervino un técnico del Ayuntamiento para explicar que no habría problemas de olores ni otros, porque adecuadamente tratada la basura se convertía en "materia inerte". "¿Veis? ¡Peor? ¡Materia inerte! ¡Eso ye mucho peor! ¡Ya vos lo decía yo! ¡Quieren engañavos!", intervino a gritos y con grandes aspavientos uno de los asistentes. Y allí se armó la de Dios es Cristo y se acabó la posibilidad del vertedero de Roces.

¿Es la anécdota una enseñanza sobre el proceso de gestión de las basuras? También sobre la gestión de los grupos humanos. "El que tenga oyíos p'atolenar qu'atolene", se dice en nuestro Evanxeliu de San Matéu.

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