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Mundo revuelto

Nos ha tocado vivir en un mundo revuelto, tanto en el aspecto climático como en el político; y lo que es aún peor, de ideas revueltas en mentes poco sensatas; pero todo tiene explicación.

El panorama internacional aparece caótico y mal definido. Muchos expertos atribuyen este fenómeno al desequilibrio causado por la guerra de Irak, que ciertamente ha contribuido a la desestabilización de Oriente Medio. No es menos notorio, que Irak e Irán le obligó a suscribir el programa de "cambio de petróleo por alimentos" y liberó a los kurdos del norte del país, poco gratos a Rusia. El conflicto de Afganistán con los rusos, se continuó después con los americanos, y está aún por resolver.

El derrocamiento del régimen libio de Gadafi, no mejoró la situación anterior de esa nación. Se siguió de la conflictividad en Siria, y de la inestabilidad -¿buscada?- en África del norte, con la participación de Alqaeda del Magreb, y el terrorismo de Boko Haram en la región Subsahariana: Malí, Nigeria, Chad, Sudán y Etiopía.

El estudio sosegado de esta situación se ilumina cuando se introducen razones geoestratégicas, como los yacimientos de petróleo. El agotamiento de algunas áreas de producción clásicas en el continente americano, se alivió en parte recurriendo al "petroleum of shale", extraído con las nuevas tecnologías del "fracking", más caro y con reparos ecológicos por posible contaminación de los recursos hídricos. Los países de la OPEP, con reservas cuantiosas, respondieron en términos competitivos, aumentando su producción y bajando el precio del barril de crudo (159 litros), desde los 120 $/b a los 30 $; es decir, provocando un descenso del 75%, que conmocionó las bolsas, y que ahora se modera en oso 40 $/b, como ya había profetizado hace años el jeque Yamani, un saudí con excelente preparación geológica y química adquirida en USA, que hoy vive en Londres, y que ya había aconsejado a los productores, cuando era ministro del petróleo de Arabia, que moderasen los precios. Lo dijo así: "Nuestros abuelos viajaron en camello, nuestros padres en Rolls, nosotros lo hacemos en 'jets'; seamos prudente moderando los precios del crudo y diversificando las inversiones, para que nuestros nietos no vuelvan a tener que desplazarse en camello". No conozco recomendación más sabia ni mejor formulada.

Prosiguiendo mi estudio, y tras una búsqueda poco sencilla, conseguí hacerme con un mapa que abarcase el sur de Europa, todo el Mediterráneo, y la totalidad del norte de África hasta el golfo de Guinea. Proyecté sobre él los puertos más relevantes y bases navales de la II Guerra Mundial, así como la ubicación de pozos petrolíferos y gasíferos y las redes de "pipe-lines" que os sirven y enlazan con Europa. La mente se iluminó con un relámpago de claridad: dstamos en una nueva etapa de la guerra del petróleo, plena de paradojas e ironías, desde la falaz formulación del "pico de Hubbert". Vi al mariscal Rommel correr con sus tanques del África Korps sobre las arenas del desierto de Libia, desesperado por la falta de combustible, que no le llegaba de Alemania, no sabiendo que a sus pies tenía un mar de petróleo. Vi también las causas de los conflictos latentes actuales: Argelia, Túnez, Libia, Egipto y Siria; pero también Nigeria, Sudán y Guinea, que son muy prometedoras áreas petrolíferas. Agreguemos a esto que los rusos tratan de compensar su falta de bases militares en el Mediterráneo, con las de Tartús (naval) y la de Latakia (aérea), cedidas por Al Assad en Siria, y; por otra parte, que las dos ramas del Islam, chiítas y sunnitas, mantienen vivos sus ancestrales litigios, y con ello el problema general está casi explicado. Decimos "casi", porque hay que contemplar también las oscuras posturas de Turquía, de absoluta mayoría islámica, con pretensión reiterada de integrarse en Europa -¡Dios nos libre!- con una población de unos 85 millones, y una historia de no menos de 500 años de conflictos con el Europa cristiana, que todavía no han terminado. Recordemos Lepanto, el sitio de Viena, la piratería continuada en el Mediterráneo de los hermanos Barbarroja, las batallas navales de las fragatas de vela norteamericanas de "los muchachos de Preble"... y tantas aventuras más. Moraleja evidente: si algún día Turquía se integra en la UE, como sugiere Merkel, la UE desaparecerá (sic); porque contra la infundada y atrevida opinión de Zapatero, son dos civilizaciones incompatibles para poder convivir en democracia.

No vamos a complicarnos en señalar la culpabilidad principal de la situación actual, ciertamente muy compleja; pero es evidente que "el efecto de llamada laboral", provocado por la señora Merkel, ha sido notoriamente desafortunado e irresponsable, como ya reconocen varios países de Europa y muchos ciudadanos alemanes. La realidad, es que se han producido situaciones dramáticas para "refugiados" y "migrantes" (dos cosas distintas), y que de los numerosos fallecimientos por imprudencia, se derivan responsabilidades morales, políticas y penales que ningún parlamentario europeo ha denunciado.

Es también claro, y preocupante, que se ha diseñado contra Europa (Occidental y Oriental) una monstruosa "bomba de población", que hay que desmontar. Los sociólogos reconocen que África cuenta hoy con una población de unos 1.200 millones de habitantes, y que tan sólo en 20 años, se triplicará (3.800). La ayuda europea a África ha de realizarse "in situ", mediante programas de educación, desarrollo, asistencia y sanidad; nunca inmigratorios, que serían desbordantes e inútiles. Hay que preguntarse también, por la contribución de los países islámicos ricos (Arabia, Emiratos, Kuwait, etcétera) a la solución de este problema, al que las propias enseñanzas sagradas del Corán, no les permiten ser ajenos.

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