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Director de Comunicación del Ministerio de Defensa

Pedagogía en valores

Ante la polémica por la visita de 200 escolares al regimiento "Príncipe"

La forzada polémica suscitada por la visita de 200 escolares al regimiento "Príncipe" es única y meramente una cuestión de apreciación política. Ninguno de los protagonistas entiende esa polémica. Solo determinados políticos que vieron belicismo y pañuelos palestinos donde sólo había pedagogía y pañuelos de los que nuestros soldados usaban cuando estaban desplegados en Afganistán luchando por nuestra seguridad y la de los afganos.

Las Fuerzas Armadas son desde hace muchos años una de las instituciones mejor valoradas por los españoles. Lo son porque desarrollan una labor fundamental para todos y porque lo hacen con una profesionalidad exquisita desde unos valores muy apreciados por la mayoría: el servicio incondicional a España, el compañerismo, la abnegación, la entrega, el honor, el afán de superación, la excelencia, el valor, la disponibilidad permanente, la responsabilidad... y un largo etcétera.

Las Fuerzas Armadas usan armas. Es una perogrullada, sí, pero conviene saber cómo y para qué. Lo primero, lo hacen desde la responsabilidad que conlleva, profesionalmente y siempre desde la proporción y bajo unas reglas muy concretas. No es un videojuego, es la vida real. Las usan, o usarían, bajo las directrices del poder civil. Las usan, o usarían, para defender el sistema de vida en el que los chicos que se interesaban por ellas viven, se educan, juegan y crecen. Las usan, o las usarían, para defender nuestro estado de bienestar, nuestra democracia, nuestra libertad y sobre todo nuestra vida, especialmente la vida de esos chicos, de los más indefensos. Y lo hacen o lo harían incluso entregando su propia vida.

Si todo eso no es digno de que lo vean unos adolescentes quizá tenemos un problema. Ver un arma no es hacer apología de la violencia. Ver un uniforme no es hacer apología de la guerra. Es como decir que visitar el parque de bomberos es una incitación a la piromanía. Verles, conocer cómo trabajan, que un militar que ha estado en la guerra de Afganistán te explique las cosas sirve precisamente para todo lo contrario, porque el que lo explica ha sufrido la guerra, ha vivido bajo el fuego talibán. Y sabe lo que es, sabe que no es un videojuego, sabe que un arma es una cosa muy seria, sabe que el enemigo que dispara lo hace para matarle a él o a cualquiera de sus compañeros, como ya le ha pasado. Un enemigo muy parecido en Afganistán, en Irak, en Mali, en República Centroafricana, en Somalia, en Líbano? Despiadado, atroz, que no atiende a reglas de ninguna clase. El mismo enemigo que atentó en Madrid, en Nueva York, en Londres, en París, en Bruselas.

El prejuicio, el estereotipo del militar belicista, que usa su arma sin ton ni son ni cerebro, el "rambo", está muy lejos de la realidad de las Fuerzas Armadas de hoy en día, unas Fuerzas Armadas que por cierto son una salida laboral y formativa de primer nivel para unos chicos que están pensando cuál va a ser su futuro. Ese prejuicio solo puede venir de la ignorancia o de la mala fe. Para curar lo primero, en vez de montar una polémica innecesaria y forzada, podrían pasarse por el cuartel a ver cómo trabajan los militares que allí están, que estuvieron con los chicos, y apreciar de primera mano ese trabajo y la calidad profesional y humana de quienes lo hacen. Y de paso enterarse de qué es ese pañuelo. Para lo segundo no puedo recetar nada. Sólo recordarle que si algún día los necesitan porque, Dios no lo quiera, nos ataquen, haya una catástrofe o simplemente necesiten cualquier ayuda, ellos estarán allí, perfectamente entrenados, perfectamente entregados, porque para eso están y para conocer eso fueron los 200 escolares.

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