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Cien líneas

Sangre

Días tremendos con tres vectores superpuestos y... ustedes dirán pero a mí se me ponen los pelos de punta.

Fiestas de Baal, el dios de los sacrificios humanos -niños a ser posible- celebrada con la inauguración de estatuas de esa terrible deidad en grandes ciudades; cuarto centenario de la muerte de Cervantes, que tanto daño ha hecho a España y, en fin, el PP cancela el tiempo de los prisioneros porque las sucesivas gracias de Rajoy han llegado a un punto de no retorno así que hasta los corderos abandonan su silencio.

Las fiestas de Baal se extenderán hasta el Primero de Mayo que se corresponde no con el día del trabajo -puro trampantojo- sino con la noche de Walpurgis. Quien solo vea folclore es que sencillamente no se entera de nada.

También el cervantismo es temible: ¿cómo vamos a defender el español, el idioma nativo más hablado del mundo, poniendo de mascarón de proa a un tipo que odiaba a España? Con ese escritor rufián -tenía a sus hermanas al punto- y su nefasto Quijote nació la leyenda negra. Todos los que desfilan son idiotas, vagos, sucios, ladrones, locos o señoritos. No cita ni una sola vez a América, cuando el Descubrimiento es la mayor proeza de la humanidad y justifica a España por los siglos de los siglos amén.

Y qué decir de la autoliquidación del PP para reducirlo a unas siglas manejadas por una panda de tecnócratas zapateristas.

Días tremendos que cumplirán con la convocatoria de nuevas elecciones generales. O no. En todo caso la sangre de los sacrificios, reales o virtuales, corre por las tres vías.

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