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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Unidad de coronarios

Podría parecer que el sereno Abelardo había perdido los papeles, que en su última comparecencia antes del partido crucial frente al Sevilla se había hecho un Luis Enrique, compañero del alma que a su vez, días antes, se había hecho un Mourinho a lo bestia. Y que el reciente ataque de pesimismo del Pitu, aderezado con una pizca de hastío y melancolía, podría pesar como hormigón en el calzón de los futbolistas, tal que les impidiera mover el culo con diligencia. Llegó el miércoles noche, el árbitro dio el pitido inicial, el Sevilla se adelantó y todos los peores augurios se desataron en aguacero sobre el césped de El Molinón. Pero hete aquí que el Sporting sacó fuerzas de flaqueza, puso hombría en el territorio imberbe que gobierna la chavalería y propuso un final de infarto, de funambulista en la cuerda floja. Abelardo dijo al término del encuentro que le dolía el pecho. A nadie extrañe: puso a la grada con el corazón en un puño, al borde de la unidad de coronarios.

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