El Real Grupo de Cultura Covadonga, el principal club multidisciplinar de España por el número de socios y de especialidades deportivas que en sus instalaciones se practican, celebró el jueves una tumultuosa asamblea, la primera bajo la presidencia del empresario Antonio Corripio, que sustituyó este mismo mes tras ocho años en el cargo al médico y exjugador de balonmano Enrique Tamargo.

En la primera comparecencia oficial de Corripio ante los socios, la asamblea rechazó las cuentas del anterior ejercicio, presentadas por la directiva saliente, y el borrador presupuestario para este año, que no incluía los bienes inmuebles procedentes de la polémica fusión del Grupo con el Centro Asturiano de La Habana ni las cuotas que aportan los socios llegados al club grupista desde esta otra entidad.

La fusión del Grupo con el Centro Asturiano, otra histórica institución local lamentablemente venida a menos, que fue languideciendo de su inicial esplendor con el paso de los años y cuya salvación se fijó hace más de una década en la posibilidad de integrarse en el extenso entramado grupista, se ha convertido en un asunto de fricción que amenaza con romper la paz social en el club, como quedó patente en la asamblea.

La fusión por absorción, decidida hace más de una década y aún por resolverse con carácter definitivo en los tribunales, pendiente de recurso en el Tribunal Supremo, ha abierto una brecha en el club que puede desembocar en una herida profunda si no se toman medidas de manera inmediata. Hay que acabar con los dimes y diretes sobre el futuro de algunos trabajadores, que tienen miedo a perder su empleo; también hay que aclarar de una vez el coste económico de los pleitos entablados contra la fusión -que convendría recordar que fue rechazada por el 83 por ciento de los socios en el referéndum celebrado en diciembre de 2009-, un asunto espinoso en el que no se ponen de acuerdo los anteriores directivos y los actuales, que ofrecen cifras enormemente dispares.

El Grupo, que a 31 de diciembre pasado contaba con 34.200 socios, tiene ante sí el reto de afrontar la llegada de más de 1.500 nuevos grupistas procedentes del Centro Asturiano, lo que sin duda exigirá de sus gestores imaginación para ofrecer un buen servicio a los socios de toda la vida y a los recién llegados sin tener que recurrir a la siempre conflictiva subida de cuotas. Si ha habido una constante durante los últimos años ha sido la de manejar el club con unas finanzas saneadas.

De Antonio Corripio se espera mano izquierda para templar los vientos de costado que amenazan momentáneamente la estabilidad del club y sobre todo se espera transparencia, el eslogan del que hizo bandera durante la campaña electoral. Los socios del Grupo tienen que saber en todo momento qué supone el ingreso inmediato de ese millar largo de recién llegados, qué coste va a tener para las arcas del club y cómo hacer atractivo para los socios el disfrute de las instalaciones de Mareo, que habrá que mejorar y que cuentan con el problema de la falta de aparcamientos y de transporte público.