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Una pequeña criatura peluda

Lo pequeño puede muchas veces con lo grande como nos recordaba hace dos mil años el poeta latino Publio Ovidio Nason a propósito de la víbora que mató de una mordedura venenosa a un toro enorme. Y casos parecidos son abundantes en la historia y en la leyenda empezando por la famosísima pedrada que supuestamente David le estampó a Goliat. Hace unos días tuvimos noticia de que una pequeña comadreja consiguió paralizar el gigantesco acelerador de protones instalado por la comunidad científica internacional en los alrededores de Ginebra. El acelerador estaba a punto de alcanzar una velocidad cercana a la de la luz al objeto de recrear las condiciones inmediatamente posteriores al "big bang". Hubiera sido un acontecimiento científico tan extraordinario como el descubrimiento del "boson de Higgs", pero una comadreja se enredó con los cables de una red eléctrica provocando un cortocircuito y la paralización de la máquina más grande de todas las construidas hasta la fecha por el hombre. Las investigaciones sobre las causas del accidente fueron rápidas y certeras para evitar especulaciones. Los responsables dictaminaron que se habían encontrado "restos carbonizados de una pequeña criatura peluda cerca de un cable eléctrico mordido". La infortunada criatura peluda resultó ser una pequeña comadreja, un mamífero carnívoro temible por su voracidad que es capaz de enfrentarse a animales mucho más grandes como conejos y gallinas, gracias a su agilidad y a una ristra de 34 dientes afiladísimos. Al parecer, le encanta chupar la sangre a sus víctimas y le atrae de manera especial el color rojo, lo que hace creer a los investigadores que esa circunstancia pudo haber desatado su interés por un cable eléctrico con ese pigmento. Sea lo que fuere, la paralización del acelerador ha reavivado la controversia sobre la utilidad, y sobremanera la peligrosidad, de los experimentos que allí se están llevando a cabo. Y no se trata solo de falsas alarmas ni de críticas reaccionarias contra el avance científico ya que eminentes físicos, entre ellos Stefen Hawking, han alertado sobre sus riesgos. Algunos apocalípticos, como el colapso instantáneo del espacio y el tiempo, la explosión del planeta, la aparición de pequeños agujeros negros que lo succionarían o la apertura de ventanas hacia otras dimensiones que podrían traer hasta nosotros a visitantes indeseados. En cualquier caso, el incidente de la comadreja nos invita a reflexionar sobre el avance científico, sus límites y sus aprovechamientos. Al hombre, a veces, le sucede como a la comadreja, que lo mata la curiosidad.

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