Puede parecer sencillo elegir entre una columna dedicada a un equipo que permanece en la división de las estrellas, el Sporting, u otra en torno a ese joven que se precipitó desde la habitación de un hotel gijonés y falleció en el acto. Un joven madrileño de 34 años que celebraba su despedida de soltero, pues tenía previsto casarse el próximo once de junio. Tenía trabajo recién conseguido, novia adorada y buena salud física y mental, según sus allegados, de modo que su muerte abre una de esas incógnitas terribles acerca del comportamiento humano. Una incógnita, no obstante, que queda a expensas de la investigación de la Policía, que a veces cumple funciones de indagadora sobre el alma, y no sólo sobre los cuerpos. Pues bien, dicho esto, hubiera sido más gratificante hablar sencilla y directamente de la permanencia del Real Sporting en Primera y de la cercana posibilidad de que los rojiblancos vuelvan a coincidir después de muchos años en la misma categoría que el Real Oviedo. Sobre esta posibilidad dicen los enterados -ovetenses, por supuesto-, que su equipo se halla en este momento al cincuenta por ciento de merecimientos para ascender, pero, por otra parte, quedan cuatro partidos de la propia Liga, más dos hipotéticas disputas por el ascenso si los azules quedaran entre el tercer y el sexto lugar de la clasificación. Total, que seis partidos son un mundo impredecible, una incógnita acerca de la gloria final, aunque mucho menos densa que esa otra cuestión sobre el chaval precipitado desde una ventana en Gijón.
