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Cien líneas

S-20

Pedro Sánchez ha presentado su Gobierno en la sombra -una sombra de Gobierno, no hay duda- formado por 20 unidades y doscientos malos ecos.

A mí Pedro Sánchez me cae bien siquiera sea porque un ala-pívot siempre es a considerar. No nos vendría mal en Pumarín.

Y su gente, lo mismo, empezando por el alcalde de Oviedo, Wenceslao López, honrado, austero y serio, tres virtudes que en los tiempos que corren son tesoros.

Bueno, el presidente Javier Fernández -cada día me cae mejor- es mi ídolo: un gobernante que no gobierna, que ni siquiera presenta los Presupuestos anuales, es el no va más para todo liberal consecuente, así que no me cabe ni la menor duda sobre su persona y circunstancias.

Volviendo al líder supremo del PSOE, el S-20 que presentó ayer puede arruinar todos los parabienes que acabo de dedicarle a él y sus conmilitones y cocarnetarios tales que López y Fernández.

En el sanedrín indicado figuran Sevilla y Gabilondo, dos cualificadísimos zapateristas, cómplices de uno de los peores episodios de la historia de España desde Fernando VII.

Y qué decir de Margarita Robles, que por la mañana viste de toga y por la tarde de política en un incesante torbellino de puertas giratorias. Peor aún es lo de José Borrell, consejero de Abengoa, uno de los mayores escándalos empresariales de los últimos mil años.

Empecé del bracete de Sánchez y, ya ven, acabo de salir corriendo.

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente "Scheherezade", de Rimski-Kórsakov).

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