Murray le ha ganado en Roma a Djokovic y eliminar las Diputaciones Provinciales nos ahorraría seiscientos millones de euros. Después de un fin de semana en el que has vivido la victoria ucraniana en Eurovisión (eso sí que es Ostpolitik: cuánto susto) y la lucha del Sporting por la permanencia, hay que afrontar el vacío -transitorio- de un mundo sin emociones balompédicas. Djokovic mostró su mal genio en la cancha: un fallo. Si se van los modales del tenis ¿qué nos queda? John McEnroe tenía un punto hooligan que le ganó algunas simpatías, en el tenis nunca hubo mucho sitio para la transgresión. Djokovic, que en la cancha compone un gesto predador como pocos, cayó ante Murray, que es más cool. Nunca sabes cuánto permiso hay para mostrar emociones en público; los tiempos van en la dirección de hacerlas más explícitas, y en el ágora política se va viendo que la ordinariez es virtud.

La cantante ucraniana no se cortó un pelo al mostrar su euforia eurovisiva. La estética que campeó a sus anchas por Estocolmo nos recuerda que puede que sobre gustos no haya nada escrito (¿seguro?) pero también puede que el mal gusto goce de buena salud. Un síntoma.

El ahorro que nos dejaría pasar de las Diputaciones Provinciales es solo un recordatorio de lo principal. El dinero público está para gestionarlo bien. El lenguaje electoral está para ser empleado bien igualmente, pero esa batalla está perdida por completo y nos espera una racha de sintaxis atroz, imaginación escasa y modales de telebronca. La política se está volviendo darwiniana en el peor sentido: la astucia es mucho más rentable que la nobleza. En literatura pasa lo mismo, ciertamente: nunca estás a salvo de que algún semilisto haga pasar por propio lo que hace poco le era ajeno hasta que lo copió; hay que tener cuidado con lo que se dice y vigilar poco lo que dicen otros, no vaya a ser que te suena. Las amistades están muy bien (¿qué haríamos sin ellas?) y sirven para adornar envoltorios, pero el talento de cada uno es el talento de cada uno, incluido el de los que tienen poco y jeta inversamente proporcional. Hoy es la fiesta nacional de Noruega, un país históricamente fiel a la tradición escandinava de conjugar libertades e igualdades lo mejor posible. La socialdemocracia está en crisis, evidentemente. Hizo bien Sánchez en marcar territorio y subrayar la importancia de las siglas y de la historia; lo más triste del cuento de Caperucita Roja es que el lobo se la zampó. La transgresión sin riesgo no es transgresión, es patochada. ¿Algo subversivo?

Pues por ejemplo leer. La permanencia, uff: qué mogollón, qué alivio.