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Nueces de California

De la CECA a la Meca: la ingeniería del agua

La necesidad de buscar nuevos nichos de negocio, más allá del acero y el carbón

Escribo este artículo tomando el sol después de un baño en las congeladas aguas de la bonita playa de Otur que me ha aclarado diáfanamente las ideas. La playa de Otur, como toda Asturias, es testigo de nuestra historia más reciente y de nuestro desarrollo ligado al acero y al carbón. Son testimonio de ello sus arenas ennegrecidas manchadas de desechos orgánicos arrastrados por el Nalón hasta su desembocadura de Muros y San Esteban. Estos residuos que afean la playa han sido y serán redistribuidos durante muchos años más por las mareas y tendrán a la luna de silencioso verdugo.

La Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) fue pieza clave en la revolución industrial europea, pero hoy lo es cada vez menos. El acero y Ensidesa fueron uno de los instrumentos determinantes en el desarrollo del sector metal en nuestra región y todavía ocupa una parte importante en el PIB regional. La antigua Ensidesa, tan criticada en muchos aspectos por su ineficiencia, era como una madre que cediendo en sus intereses veía cómo se criaban un millar de Rómulos y Remos. Se suele mencionar que muchos negocios del metal nacieron a la sombra de Ensidesa, muchas veces haciéndole la competencia de manera ilícita, reciclando y vendiendo piezas que se liquidaban a precio de chatarra, pero como era el dinero de todos y pertenecía al antiguo INI (Instituto Nacional de Industria), entonces aquí paz y después gloria. Era la Villa Magdalena de la época: a lo bestia. Me acuerdo de que cuando era pequeño se decía: "El que vale, vale, y el que no para Ensidesa", un baobab maltratado.

Conozco el caso de un ingeniero ya jubilado que trabajaba en la antigua siderurgia y que en su día denunció una supuesta corrupción. La denuncia casi le cuesta el puesto de trabajo. Tuvo que retractarse y fue apartado a vida de cualquier puesto de responsabilidad. Al INI siempre se le acusó de promocionar de uno u otro modo la corrupción institucionalizada. Hay economistas que consideran la corrupción como un motor de desarrollo de la economía, por supuesto siempre que esos dineros no se saquen para el "país del chocolate" (y no hablo de Marruecos) u otros paraísos fiscales europeos. Fíjense que incluso hemos nombrado máximo mandatario de la Comunidad Europea al antiguo presidente de Luxemburgo, un país que no se puede decir que sea la claridad en las finanzas. Es como tener el cáncer metido en casa, o poner a la zorra a cuidar de las gallinas, o mezclar las cabras y los repollos. Obviamente, la corrupción genera réditos? pero esa no es la cuestión. La cuestión radica en saber cuánta más riqueza hubiésemos generado si esas fuentes se hubiesen invertido debidamente. Es como la carrera de 100 metros en atletismo. Se sabe que la va a ganar Usaín Bolt. El tema es saber si Usaín lo ha dado todo y ha pulverizado el récord o, por el contrario, se ha administrado, hartado de choripán y obtenido una marca mediocre con respecto a sus posibilidades. Puedo afirmar que en los últimos campeonatos ha estado 0,25 segundos por encima de sus expectativas. No obstante, no sé cuanta riqueza hubiésemos generado si no hubiese habido corrupción y hubiéramos impulsado una sociedad basada en el mérito y no en el tráfico de influencias. Un país donde no existen ni la justicia, ni el mercado está abocado al fracaso.

Acero siempre se necesita, pero su producción ha ido enviándose a países con economías emergentes donde el coste laboral y de materias primas es menor y las normativas medioambientales se aplican de modo mucho más laso, o no se aplican. Son bien conocidos los problemas de Arcelor Mittal en las acerías de la antigua Usinor Arcelor en Francia, y las luchas sindicales que han tenido lugar, con intervención directa del Estado francés para que el magnate indio del acero no deslocalizase toda la producción a otros países. Los problemas continúan y nos afectan de lleno.

En cuanto a la minería del carbón en Asturias, dígase lo que se diga, la empresa Hunosa nació herida de muerte, dado que cuando se nacionalizó y se transfirió al INI ya no era rentable. Las razones son variadas y de sobra conocidas por los gestores e ingenieros de la empresa, y no seré yo quien las recuerde y las analice. Hoy en día el INI se conoce como la SEPI, es decir, Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, un "holding" donde se han quedado todos los muertos vivientes. Los gestores saben el "know-how" que aún atesora la empresa, aunque yo dudo mucho que la prejubilación de ingenieros antes de los cuarenta y tantos, cobrando unos salarios que ruborizarían a cualquiera por estar en casa, sea la estrategia más adecuada. Puedo entender que trabajar en una empresa que pierde dinero año tras año no debe de ser sencillo (http://www.libremercado.com/2015-11-07/el-ocaso-de-la-empresa-publica-espanola-1276560898/); no obstante, sería necesario definir claramente su futuro, dado que muchos planes de diversificación han fracasado, quizás por falta de fe y continuidad. La solución es como siempre despolitizar e incorporar talento.

No nos queda más remedio en Asturias que ir de la CECA a la Meca e imaginar nuevos nichos de negocio. Pese a los problemas que sufre el acero por el "dumping" del acero chino, que produce la misma cantidad de acero que el resto del mundo, y que, debido al más bajo crecimiento industrial de este gigante desde los años 90, ha provocado que éste no se destine a su mercado interno sino que se exporte al resto del mundo, por el momento el futuro de la siderurgia en Asturias parece más o menos asegurado dada la excelente situación logística de la antigua Ensidesa, con unos terrenos industriales que poseen accesos privilegiados, sobre todo a través de los puertos de Avilés y de Gijón. Asturias debería invertir en proporcionar valor añadido al acero. La industria naval y los proyectos eólicos (y también petroleros) son claros ejemplos. Futuras inversiones en las acerías de Gijón y Avilés siempre serán una excelente noticia. El Gobierno regional debería cuidar el sector metal, exigiendo el cumplimiento de las normativas medioambientales.

En cuanto al carbón, su futuro es mucho más negro. Hunosa debería centrarse en otros negocios, realizar una verdadera diversificación, vender su conocimiento tecnológico (si realmente aún queda) y explotar el mayor recurso que tiene Asturias, que es el agua. Sin agua no hay vida y sin vida no hay nada. Quizás lo desconozcan, pero los mayores acuíferos subterráneos son las minas de carbón abandonadas. El que fue profesor de hidrogeología de la Escuela de Minas, Fernando Pendás, fue uno de los primeros que defendió su estudio. Desde aquí le rindo mi particular homenaje.

Cuidemos la hidrogeología y valoricemos nuestro mayor activo. Hay que enseñar a la gente el valor del agua, porque será -cada vez más- un recurso muy escaso. Nuestros ríos no pueden ser nunca más alcantarillas superficiales. Al fin y al cabo el carbonillo Oturiano es lo de menos. ¿Dónde están los famosos guardianes del paraíso? Yo no los veo por ninguna parte, porque seguimos maltratando nuestros ecosistemas.

Recuerden lo que les digo: en un futuro próximo habrá guerras por el agua? y quizás nos invadan. A ver si de paso limpian toda la mierda.

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