El plan de vías, la Zona Logística, operaciones urbanísticas basadas en la venta de suelo que se vendieron a los gijoneses como la plataforma de despegue del futuro de esta ciudad, no sólo no arrancan, sino que dormitan cansinas el sueño de los justos en un cajón administrativo, en un rincón, como las notas del arpa de Bécquer, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas. El caso es que no acaban de ver la luz ni el uno ni la otra. Y la razón resulta evidente, de parvulario, al ojo observador sin falta de ser un lince: ya nadie invierte en suelo. ¿A quién puede interesar pagar una millonada por unas parcelas para construir pisos en El Humedal o instalaciones industriales en la parroquia de San Andrés de los Tacones? A nadie. De manera que con el sistema previsto, no hay futuro que valga. Ya nadie da duros a pesetas en el mercado inmobiliario. Ya nadie compra como cebra un burro pintado a rayas. Que no nos vendan la burra.
