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Sol y sombra

El ejemplo para un patriota

La izquierda indigente y el nacionalismo secesionista se han puesto de acuerdo para rendir homenaje tras homenaje a un político esencial de la historia de España de los últimos tiempos. Me refiero a ese hombre para todas las estaciones que es Arnaldo Otegi. Aunque sólo fuera por su defensa de la convivencia imposible en la jungla y de los derechos humanos de los asesinos, Otegi, por más que permaneciese unos años a la sombra, no tendría que pasar fácilmente al olvido.

Ahora ha sido el Parlament de Catalaluna el que ha abierto las puertas al héroe abertzale, que se ha mostrado agradecido reconociendo que los vascos tienen mucho que aprender del Procés. Naturalmente busca encontrar en él el paralelismo que le permita vivir de la política los próximos años, importando una nueva forma de entender la soberanía de un pueblo.

La pena es que ni Otegi ni sus amigos, del pasado lejano y del más inmediato, tuvieran la ocurrencia de haberse inventado antes un proceso igual de disparatado que el catalán pero pacífico desde el punto de las vidas humanas. Nos habríamos ahorrado el casi millar de víctimas que el terrorismo etarra dejó como legado de su paranoico delirio. Las víctimas se lo hubieran agradecido y mucho más las que cayeron en los años de inusitada violencia que vivió este país. Aplaudir el "ejemplar proceso pacífico" emprendido por los catalanes después de haber asistido como cómplice de las fechorías de los terroristas a la ceremonia de las bombas y de los tiros en la nuca es una especie de pistoletazo de salida de campaña del secretario general de Sortu, que espera ser proclamado en los próximos meses candidato formal a lehendakari. Ya se pueden ir acostumbrando las víctimas de la violencia a recibir agresiones de este tipo de personajes con la catadura moral de Otegi. Francamente, produce arcadas.

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