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Catedrático de Literatura Medieval y del Siglo de Oro

Fernando de Valdés regresa a Salas

Divergencias y convergencias entre el fundador de la Universidad de Oviedo y Jovellanos

Es bien sabido que el fundador de la Universidad de Oviedo nació en Salas, cuya colegiata dedicada a Santa María la Mayor custodia el mausoleo de uno de los prohombres de nuestro siglo XVI; este sepulcro es una de las joyas más apreciadas del renacimiento español con la firma del gran escultor italiano Pompeyo Leoni, que trabajó para Felipe II en El Escorial. Nuestra Universidad también le recuerda con una gran escultura en el centro del patio del llamado edificio antiguo. Son testimonios de la historia del arte para mantener viva la memoria histórica de un gran benefactor para Asturias.

Sin embargo, el marbete de "gran inquisidor", con el que se le suele calificar, rebaja peyorativa e injustamente la significación histórica de uno de los personajes más influyentes de la centuria renacentista. En la actualidad hay un movimiento investigador -no vinculado al estamento eclesiástico, como pudiera pensarse- que intenta revalorizar la significación histórica de nuestro personaje con el análisis de nueva documentación. Como hijo del concejo de Salas y como docente en la Universidad de Oviedo durante cuarenta años, me siento muy orgulloso de este nuestro paisano y de tenerle como vecino, aunque sea "post mortem", en nuestra colegiata. Juzgar a una persona histórica con categorías actuales es un método que en historiografía se llama anacronismo. Conocer la circunstancia histórica de cada cual ha de ser norma de todo buen historiador.

Como residente en Gijón desde hace cuarenta y cinco años también me sedujo la figura de Jovellanos. A él dediqué una buena parte de mis tareas universitarias. A primera vista parece que Fernando de Valdés y Jovellanos son dos personajes antitéticos, como dos líneas paralelas que por mucho que se prolonguen nunca se acercan. Es posible que así sea. Sin embargo, quiero proponer un punto de convergencia entre los dos. Y ese punto de convergencia es su extrema generosidad con Asturias. Los dos son hombres de Estado. Fernando de Valdés fue presidente del Consejo del Reino e Inquisidor General en la época de Carlos V y Felipe II. Jovellanos llega a ser Ministro de Gracia y Justicia con el rey Carlos IV.

Conviene decir que el cargo de inquisidor era un puesto político creado en una época en la que se creía que tenía una función pública a favor de una convivencia social monolítica; evidentemente hoy encierra connotaciones negativas desde nuestro aquí y desde nuestro ahora; así lo consideró también Jovellanos en su propio "Sitz im Leben", es decir, a finales del siglo XVII. Pero Jovellanos, como los ilustrados en general, subscribió la ya tópica frase de "todo para el pueblo pero sin el pueblo". Una máxima que hoy dañaría la mente de cualquier demócrata (la misma etimología de esta palabra la condenaría).

Creo que hay un punto de inflexión entre estas dos líneas paralelas a modo de denominador común o de convergencia entre estas dos grandes personalidades: su generosidad con Asturias. Desde sus respectivas atalayas nacionales ninguno de los dos se olvidará ni de su región asturiana ni de sus villas natales. Fueron muchos los detalles que estos dos grandes magnates tuvieron, respectivamente, con Salas y con Gijón.

Pero donde su generosidad es proverbial es en todo aquello relacionado con la educación. Una faceta bien conocida y divulgada de Jovellanos, quien creará la primera universidad politécnica de España: su Real Instituto de Náutica y Mineralogía. Con anterioridad Valdés había apostado también por la educación. Conocía la dureza del trabajo en el campo de nuestros labradores para poder vivir de la agricultura y de la ganadería. Con anterioridad a Jovellanos, Valdés se había dado cuenta de que la felicidad de un pueblo se fundamenta en la educación. Él funda primero el Colegio de San Gregorio y el Colegio para doncellas nobles, los dos en Oviedo; pero su gran aportación al campo de la educación, como ya se ha dicho, será la disposición testamentaria para crear una universidad; con ello terminaba el aislamiento intelectual que durante siglos había vivido Asturias. En su testamento dejará también unas rentas para crear un colegio destinado a las niñas huérfanas recoletas de Oviedo. Una institución paralela a esta de Oviedo la creará Jovellanos en Gijón en el así llamado Colegio de Santa Doradía.

Valdés y Jovellanos, a pesar de ser personajes antitéticos en algunos aspectos, tienen ambos un punto de convergencia: su gran generosidad para con Asturias y para con sus villas natales: Salas y Gijón, respectivamente. Del concejo de Salas somos muchos los que hicimos estudios en la Universidad de Oviedo y formamos parte de su claustro de profesores. Es un privilegio que en el fondo se lo debemos a Fernando de Valdés.

Por eso celebraremos con gozo el congreso internacional que tendrá lugar los días 23 y 24 del presente mes organizado por la Fundación y Aula Valdés-Salas y el Seminario de Poética del Renacimiento de la universidad Autónoma de Barcelona con ponentes de la Universidad de Oviedo, de otras universidades españolas y del extranjero. Por los resúmenes que tengo de las ponencias hay una tendencia a revalorizar la figura histórica del fundador de nuestra Universidad y obispo que fuera de la entonces diócesis de Oviedo. Contar además con la presencia de Monseñor D. José Luis González Novalín, primer gran biógrafo de Valdés, añade un plus a este congreso; esta convención académica de la universidad española es asimismo un reconocimiento a la labor investigadora y docente de este veterano profesor, maestro de generaciones de estudiantes de nuestro "Prau Picón". Con este gran acontecimiento académico podríamos decir que Fernando de Valdés regresará a su villa natal de Salas con el orgullo de todos los hijos de este concejo.

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