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Sol y sombra

El hambre sí conspira

Un general chavista ha advertido que la conspiración contra Venezuela tiene que ver exclusivamente con el hambre que pasa el pueblo. Cuando Chaves lanzaba este tipo de advertencias sobre la corrupción sistémica de los gobiernos adecos y copeianos estaba anunciado el cachuchazo que él mismo iba a protagonizar en el futuro. Existe el riesgo de que, sin tardar, las intentonas golpistas se solapen en un país víctima del control totalitario y de un régimen que reprime con brutalidad las protestas en las calles.

El primer golpe a la democracia, como saben, lo ha dado el propio Maduro poniendo como excusa la pretensión de la oposición de tomar el poder. Mientras tanto esgrime la teoría de la conspiración mundial y de los periódicos españoles. No es nuevo, los caudillos de este jaez suele invocar estas cosas cuando emprenden la huida hacia adelante y no tienen nada mejor para desviar su responsabilidad.

A Maduro se le ha ocurrido poner a España en la diana, algo que ya hacía su predecesor el gorila que ha entrado a formar parte de la santería local. Todo este revuelo ha cogido a Zapatero haciendo las maletas y abandonando Caracas sin encontrar vías para el diálogo nacional. Me temo que el problema venezolano no se resuelve a estas alturas con voluntarismo político.

A su vez, Podemos, satélite del despropósito madurista, maneja dosis de inquietante ambigüedad. Para salirse del nudo que le ata a la revolución bolivariana y su evidente fracaso, al partido de Pablo Iglesias no se le ha ocurrido otra cosa que criticar, por un lado, la teoría de la conspiración y, por otro, comparar a Maduro con Rajoy. Se trata naturalmente de una estratagema con el fin de no herir los sentimientos de quienes subvencionaron su proyecto. El presidente del gobierno español no es Adenauer pero ponerlo a la altura estratégica del hijo tonto de Chávez suena a sarcasmo sin sentido.

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