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Alberto Menéndez

Chocante negociación

Se supone que cuando dos fuerzas políticas deciden concurrir juntas a unas elecciones es, fundamentalmente, porque están convencidas de que es lo mejor para ambas. Si dos partidos se unen, en principio, no es por imposición de nadie sino por voluntad propia. Por lo tanto, lo que cabe esperar es que unos y otros se muestren satisfechos por el acuerdo alcanzado. Los dos. Si no es así es que algo no se ha hecho bien.

Es evidente que en el pacto entre Podemos e IU se han hecho cosas mal. Al menos, desde el punto de vista de la coalición de izquierdas asturiana, que tras ser relegada al tercer puesto en la lista electoral al Congreso (cuando sus responsables estaban seguros de que se les daría el segundo) ahora ve también cómo la formación morada le pone serias objeciones a que su coordinador regional, Manuel González Orviz, sea quien ocupe ese lugar. Exigen los podemistas que se respete la "lista cremallera" (mujer-hombre-mujer-hombre). Con buena voluntad éste no sería un muro infranqueable. Sólo habría que cambiar el orden (hombre-mujer-hombre-mujer) para que la paridad se mantuviese. Segundo González y Sofía Castañón intercambiarían sus puestos y problema resuelto.

La negociación entre Podemos e IU para la elaboración de la candidatura asturiana a la Cámara baja contrasta con la llevada a cabo entre el PP y Foro para presentar una lista común tanto en los comicios de diciembre como en los próximos del 26 de junio. En este caso sí hubo un trato de igual a igual por parte de los populares, y eso que las posibilidades de que el partido de Cascos sacase representación parlamentaria eran y siguen siendo prácticamente nulas. Así y todo, el PP cedió al representante forista el número dos de la lista el 20-D y lo volverá a hacer dentro de cinco semanas.

Las encuestas sobre el 26-J barajadas por algunos partidos (cuyo trabajo de campo se realizó antes de que se hiciese efectiva la coalición entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón) concedían a IU muchas posibilidades de obtener un escaño en Asturias, algo impensable en el caso de Foro. Pero esta peculiaridad asturiana no se tuvo para nada en cuenta en las conversaciones entre los líderes de los dos partidos de la izquierda.

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