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Profesor de Economía Aplicada y coordinador de Regiolab

Envejecimiento: problema u oportunidad

Los desequilibrios demográficos de la región y la pérdida de los jóvenes más preparados

Las proyecciones demográficas que recientemente hemos realizado desde el Laboratorio de Análisis Económico Regional de la Universidad de Oviedo (Regiolab) muestran que el proceso de envejecimiento de nuestra región tan sólo está empezando. Para 2029 un tercio de la población asturiana tendrá más de 65 años y la pirámide demográfica estará completamente invertida haciendo muy difícil el sostener nuestro sistema de jubilaciones y el mantener la calidad de nuestro sistema sanitario público. El envejecimiento de las alas de la región llegará a extremos máximos que implicarán el despoblamiento de amplias zonas, especialmente en el interior occidental. Es indudable que la peligrosa evolución demográfica de Asturias debe ser un tema prioritario en la agenda política regional, pero creo que es muy importante precisar algunas ideas para abordarlo adecuadamente.

En el análisis de la dinámica demográfica de Asturias es importante distinguir bien entre lo que son causas y consecuencias. El envejecimiento es una consecuencia de la confluencia de, al menos, tres causas: primero, la tendencia a tener menores tasas de natalidad que presentan todos los países desarrollados; segundo, los aumentos de la esperanza de vida propios de sociedades más avanzadas y de mayor calidad de vida como la nuestra; y, tercero, la pérdida de población joven que emigra a otros entornos que ofrecen más y mejores oportunidades laborales. En las dos primeras Asturias tiene un comportamiento muy similar al del resto de España o el resto de Europa. Aunque hubo años recientes en los que teníamos tasas de natalidad anormalmente bajas hoy en día, después de ajustar por los rasgos de nuestra estructura de población, no podemos decir que en nuestra región exista una tasa de natalidad significativamente distinta a la media europea. Lo mismo ocurre con la esperanza de vida. Esto deja claro que la causa principal de nuestra tendencia al envejecimiento es la pérdida de población joven que abandona la región en busca de las mayores oportunidades laborales que les brindan los principales núcleos urbanos de Madrid, Barcelona u otras grandes ciudades españolas y/o europeas.

Aunque lo dicho es obvio, es importante tenerlo muy presente para no equivocarnos en el diagnóstico y las políticas a aplicar. La mejor manera de frenar el envejecimiento y corregir la dinámica demográfica de Asturias es impulsar el dinamismo económico y social, de modo que se propicien oportunidades a nuestros jóvenes. Se necesita crear empleos de calidad para una juventud que llega a la edad laboral extraordinariamente preparada. Mientras eso falte la sangría migratoria provocará un proceso de envejecimiento acelerado. Por supuesto, todo lo que ayude a las familias a tener hijos, políticas de impulso de natalidad o conciliación de la vida laboral y familiar, será bienvenido y mejorará la calidad de vida de los asturianos pero su efecto sobre el envejecimiento medio de Asturias será muy limitado. Estas medidas no enfrentan la causa principal de nuestro problema demográfico: la pérdida de población joven cualificada. Démonos cuenta que de nada sirve incentivar la natalidad si cuando esa nueva población llega a la edad laboral se ve forzada a emigrar.

Si lográramos frenar la pérdida de población joven seguiría existiendo una tendencia al envejecimiento pero no tendría que preocuparnos excesivamente. Primero, porque es más lento permitiendo la adaptación y, segundo, porque aunque al aumentar la población dependiente se compromete la sostenibilidad de las finanzas públicas, también es cierto que si la población joven está más cualificada y trabajando en los puestos para los que ha sido preparada los aumentos de productividad y renta esperables harían sostenibles el sistema de pensiones y la sanidad regional. Así ha ocurrido en otras regiones europeas altamente envejecidas pero donde las economías iban aprovechando los mayores niveles de formación de los relevos generacionales para soportar, sin demasiado problema, las mayores tasas de población dependiente.

Por otra parte, sería muy interesante cambiar de mentalidad y empezar a ver el envejecimiento más que como un problema, como una posible oportunidad. La población mayor tiene demandas específicas muy vinculadas al ocio de calidad y a servicios sanitarios y los ingresos medios de los jubilados son cada vez más altos, lo que les permite tener una alta capacidad adquisitiva. Estos mercados asociados al envejecimiento aparecen antes en Asturias, lo que nos permite ser capaces de anticipar proyectos empresariales vinculados al ocio y a la sanidad que desde aquí puedan ser exportables a otras regiones del país o al resto de Europa. Para entender a qué me refiero fíjense en el Instituto Oftalmológico de los Vega en Oviedo (por poner uno de varios ejemplos exitosos). El creciente envejecimiento de nuestra región hace que abunde la demanda de productos sanitarios vinculados a la edad, como las operaciones de cataratas o problemas de vista en general. Sobre esa base cuando un grupo de profesionales destaca tiene oportunidad de crecer aprovechando la fuerte demanda de su entorno local y, tras hacerse fuertes y competitivos en el mercado local, ser capaces de saltar tanto al mercado nacional como al internacional. Creo que la planificación estratégica para la ciudad de Oviedo debería pasar por entender las oportunidades que existen en esta ciudad alrededor de los productos biosanitarios. Se suma la presencia de investigadores potentes en este campo dentro de la Universidad, en las facultades de Medicina, Enfermería, Estomatología o Química, entre otras, más el efecto que tiene el gran Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Pero también es relevante el hecho de que existe en el entorno local una amplia población de edad avanzada demandante de servicios y productos sanitarios. La suma de todo ello hace que las actividades biosanitarias tengan en la capital del Principado un clima perfecto para su desarrollo y competitividad.

Retomando ideas, el envejecimiento es consecuencia, no causa, y como tal no hay que valorarlo necesariamente como un problema. Puede verse como una oportunidad. Lo que tenemos que combatir son las causas, especialmente en aquello en lo que somos diferentes: nuestra falta de dinamismo económico, que expulsa a nuestros jóvenes más preparados fuera de la región.

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