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Carmen Pérez Novo

Personas coherentes

Ricas, pobres, solteras, casadas, guapas o feas, a las gentes positivas se las puede encontrar en cualquier parte

Todos perseguimos la felicidad. Deseamos tener éxito y un cierto grado de bienestar. Claro está, cada uno a nuestra manera. Porque todas las vidas son únicas. E, indudablemente, difíciles. Sin embargo, hay una cosa muy clara, y es que existen personas con mayor índice de felicidad y que llevan una existencia más armoniosa. Ellas tienen la sensación de que la vida es generosa. Saben apreciar lo que les rodea y los pequeños placeres cotidianos. Ricas, pobres, solteras, casadas, guapas, feas, con talentos especiales o sin ellos, se las puede encontrar en cualquier parte. Todas han conocido fracasos, decepciones, frustraciones, rechazos y momentos difíciles. Nadie escapa a todo eso. Pero, en conjunto, parecen sortear mejor los obstáculos; cuentan con una aptitud particular para crecerse frente a la adversidad, para dar un sentido a su existencia. ¿Y qué es lo que les permite alcanzar un estado semejante? Pues, sencillamente, estas personas saben lo que quieren.

Tienen objetivos concretos y precisos. Lo tienen muy claro, como también la forma de solucionar sus problemas. No temen los fracasos, los reveses y los disgustos, porque saben que son oportunidades para mejorar. Entienden que equivocarse es una oportunidad. Un error siempre es útil porque les da información. Prefieren ser pastores en vez de rebaño. Son fuertes, no víctimas. Espontáneas. Actúan con frescura y aman la novedad. No se dejan abrumar por pequeñeces y tienen muy presente que, en realidad, todo es una pequeñez. Eligen ocuparse en vez de preocuparse. Predican con el ejemplo y ayudan a los demás a que crezcan y se valgan por sí mismos. Apenas invierten tiempo sumidas en la angustia ante lo incierto, el miedo, la desesperanza, el remordimiento, el rencor y la rabia. Porque saben que cada una de ellas tiene su propia bioquímica. Y que es altamente nociva, venenosa y depresora del sistema inmunológico. Por eso, afrontan y viven la vida con creatividad, son reflexivas y piensan de una manera positiva, y con mucho entusiasmo, echando mano constantemente de las fuerzas de su personalidad para emplearlas en acciones efectivas y deseables. Controlan las palabras que utilizan, porque saben que una combinación de ellas, forman un símbolo de pensamiento, de modo que uno tiende a revelar en sus expresiones el concepto básico de su mente.

Saben, en definitiva, que el poder de elegir está dentro de ellas. El cómo usarlo es cosa suya. El precio es el mismo. El resultado, no.

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