Muy confusas deben de andar las cosas en la UGT cuando el secretario general de la Federación de Metal, Construcción y Afines (MCA), Eduardo Donaire, se ha despedido jurando y perjurando que nadie le regaló una moto, sino que la pagó religiosamente de su bolsillo. No vamos al caso concreto del biciclo, sino a que el descargo al que aludimos nos recordó que el secretario general del sindicato al completo, Justo Rodríguez Braga, también puso el grito en el cielo cuando se despidió hace unas fechas y aseguró con gran desgarro que nadie de UGT había tocado la tapa del cajón del pan. En consecuencia, todas estas disposiciones autodefensivas deben de ser indicio de que muchas cuestiones indeseables les debieron de echar encima. Yendo al fondo del asunto, sobre la moto nos faltan algunos datos, de modo que la cosa se reduce a creer o no creer el testimonio del aludido. Lo otro, en cambio, tiene su parte objetivada y su parte no sometida a investigación. Es sabido que la Fiscalía inició diligencias tras un informe de la célebre UCO, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, por asuntillos de subvenciones. Tiempo después, en efecto, la citada Fiscalía puso la correspondiente denuncia por fraude en subvenciones para formación. ¡Oh, la formación! Si en España utilizáramos, en lugar del informe Pisa y semejantes, el cómputo del dinero público que se ha ido en subvenciones a la formación, descubriríamos ser el país mejor formado y conformado del continente. Por lo demás, no estamos siguiendo al milímetro las indagaciones judiciales, aunque sí consta un enérgico desmentido del sindicato. Enérgico y rotundo, casi titánico. Ahora bien, el asunto de haberse ido dinero a bolsillos particulares en UGT es algo por lo que nadie ha preguntado hasta ahora, y por ello causa extrañeza que Rodríguez Braga lo sacara por delante, como si se tratara de un capote para sortear al morlaco. Dicho de otro modo, causa desconcierto no hablar de lo evidente, lo de la Fiscalía, y sí hacerlo de lo desconocido.
